Opinión

Autogol

miércoles, 8 de julio de 2020 · 17:51

Twitter: @abi_mt

Todo iba saliendo a pedir de boca. En contra de todos sus instintos, aceptó realizarse la prueba de COVID-19, y la pasó con éxito. El Presidente goza de cabal salud, aunque ha sostenido reuniones directas con colaboradores contagiados sin recurrir a su odiado cubre bocas. Y nadie le dice “no” a Homeland Security

El día llegó, y no quedó de otra. Se lo tuvo que poner para subirse al avión. Con todo y que no había vuelos directos (aunque la recomendación de la OMS es resguardarse y evitar las giras internacionales), él y su séquito volaron, hicieron su escala en Atlanta, y hasta se encontró uno que otro fan que lo despidió con aplausos aislados. 

Llegó a la capital americana. En cuanto pudo, se quitó el cubre bocas. Visitó dos monumentos de forma simbólica, y fueron pocas personas las que se presentaron a reprocharle su “momificado silencio” sobre la situación de los migrantes en México y Estados Unidos. 

El propio Trump lo recibió en la puerta, le recordó que había cámaras y que tenía que voltear a verlas porque después de todo, esto es un acto de campaña. Trump giró y lo dejó atrás para que el Presidente lo siguiera, como siempre. Esto no extraña, pues no tiene ni el hábito ni la cortesía de ceder el paso, ni siquiera a su esposa. 

Sostuvieron sus reuniones. Serán el festín de los medios. Hoy parece que ese encuentro fue productivo y sin eventos a resaltar.

Salen al Jardín de las Rosas. Trump va a hablar primero. Todos contenemos la respiración. 

Trump agradece la visita. Reconoce que Estados Unidos sea (después de casi dos años de gobierno) la primera visita internacional del Presidente Mexicano (quien ha desairado al G20 y a la mismísima ONU, pero nunca a Trump). Se desvive en elogios. Hasta reconoce la presencia y el trabajo de 36 millones de mexicanoamericanos en su país. Ofrece laudos al TMEC, que reemplaza por completo al deplorable TLCAN (según él). Celebra que AMBOS países serán beneficiados. Los mexicanos ahora son entrañables amigos y escuchan con asombro. 

Pasó lo peor. A Marcelo le regresa el color al rostro

Toca el uso de la palabra a Andrés Manuel. Resulta que sí conoce mucha terminología económica que cualquiera tacharía de neoliberal, pero seguramente no lo es, pues es impensable que salgan esos términos de la boca del líder social. Repite “competencia”, “productividad”, “cadenas de valor”, “creación de empleos mediante el comercio”, “procesos productivos”. Es como un capítulo de la dimensión desconocida, pero después de todo, está en la cuna del neoliberalismo. 

Obviamente, no desperdicia la oportunidad de dar una clase de historia. Repasa la turbulenta relación México-Estados Unidos. Recuerda que aún hay agravios que no se olvidan. Señala que son 38 millones de mexicanos en Estados Unidos, no 36, como dijo Trump.

Los Mexicanos buscan sus banderas y empiezan a preguntar por su camiseta de la selección nacional. 

 De pronto, lo que nadie quería, pero todos temían. La vuelta en u.  

“Como en los mejores tiempos de nuestras relaciones políticas, durante mi mandato como presidente de México, en vez de agravios hacia mi persona y, lo que estimo más importante, hacia mi país, hemos recibido de usted, comprensión y respeto”.

De regreso a la dimensión desconocida.

“Quise estar aquí para agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos”.

 

“Lo que más aprecio, es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”.

 

Autogol en el minuto 89. 

Llegan los “Viva México!”, pero la bandera y la camiseta ya están guardadas en el cajón. 

Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc. 

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