Opinión

Placer culposo

Además de que auténticamente disfruto su sabor, la hamburguesa de McDonald’s tiene algunos significados bonitos en mi vida.
miércoles, 8 de diciembre de 2021 · 08:25

Amante del Buen Comer®
IG: @adelbuencomer

Me siento halagada cuando la gente me dice que soy “experta” en comida, cuando en realidad no lo soy. De ahí que mi respuesta a dicho piropo es que yo solo comparto mi gula y mi gusto por escribir, sumando dos de mis pasiones en un solo lugar.

Como amante del buen comer®, muchas personas presumen que solo me gusta comer en lugares sofisticados, de moda, premiados o caros, cuando en realidad disfrutar un buen platillo puede ser en cualquier lugar. De ahí mi frase “yo disfruto desde un buen taco esquinero, hasta un plato sofisticado en manteles largos con estrellas Michelin”. Una amiga querida lo diría más coloquial: “Bea es un todo terreno” y sí, lo soy.

Así como soy fan del foie grass, los escargots y la langosta, no podría disfrutar esta vida sin un taco al pastor, una pizza de peperoni o una hamburguesa. Lo maravilloso de la comida es que puede encontrarse placer en diferentes sabores, texturas, mezclas, sazones y presentaciones. Disfrutar la mesa, también es una cuestión de actitud.

Justamente este gusto por la versatilidad me ha permitido conocer muchísimos buenos lugares con platillos espectaculares, regalándome momentos mágicos. Pero también es cierto que la comida también es generadora de recuerdos, momentos y vivencias que nos mueven y que nos marcan.

Así es como nace mi placer culposo. Quienes me conocen saben que yo jamás le diré que no a una buena hamburguesa. Me he deleitado con todas las que he podido en México y el mundo. Desde caseras, pasando por las famosas americanas tipo Shake Shack, las delicias de Burcher’s and Sons e incluso he estado en Las Vegas disfrutando alguna magnífica creación del mismísimo Gordon Ramsey. Todas ellas dignas de repetir.

Pero mi placer nació hace muchos años, cuando era una niña: la hamburguesa clásica de McDonald’s. Sí, esa hamburguesa sencilla, con su panecito sin ajonjolí, carne delgadita, rebanada de queso amarillo, una mezcla de jitomate y cebolla, embarrada de catsup y un par de pepinillos. Esa que sí la volteas tiene un punto blanco entre todo lo doradito del pan, esa que viene envuelta en papel porque no necesita caja, esa que sale en la cajita feliz y en el McTrio más barato.

Además de que auténticamente disfruto su sabor (que sí creo que es muy diferente al de las demás), la hamburguesa de McDonald’s tiene algunos significados bonitos en mi vida. En mi infancia, varios logros escolares fueron coronados con una cajita feliz y, más grande, ya en la universidad, era la escala obligada camino a San Luis Potosí, de donde son oriundos varios de mis buenos amigos, y donde disfruté mucho de mi adultez joven.

Hoy, a muchos años de distancia de aquellos eventos, cuando me toca viajar por la tarde desde Querétaro hacia la Ciudad de México, esa misma emoción de cuando niña, surge al saber que haré mi escala en el Automac del McDonald’s de la carretera en San Juan del Río, para pedir mi Mctrio clásico de hamburguesa con queso. Sobra decir que este deleite dura 5 minutos y a lo más 10 mordidas, mismas que valen la pena, la engorda y la orillada en el camino, por el puro hecho de hacer feliz a mi niña interior que se deleita con su sabor y recuerdo.

Así pues, mis queridos amantes del buen comer® ¿cuál es su gusto culposo?

¡Buen Provecho!

Amante del Buen Comer®

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @adelbuencomer

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