Opinión
Hoy, peor que nunca
Twitter: @Hector_Esca
El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha logrado conformar una red de bots y no bots -hay mucha gente con nombre y apellido- que defienden de manera absoluta cualquier acción que haga el mandatario y su gobierno, incluyendo chistes, pifias o disparates. Se autodenominan “el tigre” y alaban al mandatario como si fuera un ser supremo o un salvador celestial en la tierra que vino a iluminarlos.
No solo hacen una defensa de lo que consideran ataques, a pesar de que puedan ser críticas fundamentadas con argumentos estructurados. Cualquier cosa que vaya en contra de su redentor será una afrenta que merece ser el origen de un ataque orquestado, con más insultos que argumentos y centrado en el personaje que señala el error, incluyendo a su familia.
En menos de un año y medio la narrativa de gobierno se cuenta al revés que en campaña. Existen ataques a periodistas y a medios que antes llamaban “amigos”. Se militariza el país de manera legal cuando antes era indiscutible el rechazo de los militares en las calles. Se minimiza el nulo crecimiento cuando hace unos meses se burlaron del escaso crecimiento del gobierno anterior.
El partido en el poder le pasa por encima a sus opositores, aún cuando ellos protestaron por los excesos de viejos regímenes y sus actos autoritarios. La corrupción es un adjetivo que se reitera como bandera pero jamás se habían dado tantas adjudicaciones directas como hoy. Se acusaba a los políticos corruptos con nombre y apellido pero se tolera y defiende a Manuel Bartlett y familia.
Se hablaba hace unos meses de la Casa Blanca pero hoy se guarda silencio sobre las residencias del director de la CFE. Se atizaban y subrayaban las marchas de protesta contra el gobierno en turno pero hoy se minimizan y se argumentan intereses externos cuando los movimientos sociales salen a la calle.
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Se cuestionaron los derechos humanos, pero hoy se controlan desde la CNDH con una presidenta amiga del mandatario federal. Se criticaban los ataques en redes que recibían como oposición pero hoy pagan millones de bots para atacar a enemigos, ex amigos, periodistas o cualquier persona que haga un señalamiento crítico.
Se criticaba la línea que tenían los medios públicos pero hoy esos mismos espacios están plagados de amigos y porristas oficiales al servicio del presidente. Se cuestionaba la estrategia de seguridad pero hoy los resultados son incluso peores que en años anteriores, hay más muertos que nunca.
Se señalaban los excesos de los gobernadores, pero hoy se solapan a personajes impresentables como Miguel Barbosa o Jaime Bonilla, este último intentando torcer la ley para perpetuarse en el gobierno de Baja California con silencio atroz de el presidente de México y su partido.
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Se subrayaba que el mandatario en turno y su equipo tenían empresarios consentidos pero hoy se defiende a uno impresentable como Ricardo Salinas y se le otorgan millones de pesos del erario a sus empresas por adjudicaciones directas, a pesar de utilizar sus medios para atacar de manera frontal como en los viejos tiempos.
El gobierno de Morena y la 4T no es distinto a los del pasado, de hecho se parecen mucho a aquello que denostaron y hoy son aún peores.
Probablemente sea el ADN de todos los políticos que viven ahí pero que antes vivían en los gobiernos que, según ellos, no toleraban.
Hoy es el México de un mandatario que exhibe sus limitaciones todos los días con un grupo de aplaudidores que en redes son cada día más virulentos e inquisidores. Un país al que se le prometió que todo sería distinto pero que hoy navega sin ningún rumbo en la negación absoluta del fracaso.
Es el México de las promesas incumplidas, el México al revés.