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En 1981 en un discurso que ya está en el acervo histórico de México, el expresidente José López Portillo dijo que defendería al peso como un perro. Con esto, se ponía, desde su visión del lado de los menos favorecidos en un país marcado por una desigualdad rampante.

Esta frase, técnicamente venía cargada de un problema de endeudamiento que había adquirido el país durante la era de Luis Echeverría. Muchos lo culparon, y lo siguen culpando, de dejar una carga financiera insostenible para las finanzas públicas del país. A él se le ha echado en cara que utilizó al neoliberalismo como la única salida para poner a México en el ojo de las grandes potencias.

Pero hay un dato que no debemos pasar por alto. Echeverría intentó en tres ocasiones (1971, 1972 y 1975) aumentar los impuestos que pagaban los ricos antes que endeudarse. Sorpresa: el sector privado se lo impidió. En la primera, quiso impuestos mayores para las personas con ingresos más altos; en la segunda, se buscó imponer impuestos a las rentas, al capital y a las ganancias de intereses. En la tercera, surgió la idea / propuesta de un impuesto al consumo de lujo. Todos los intentos de hacer que los acaudalados paguen más fracasaron. Y lo siguen haciendo.

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Hoy, esos mismos empresarios le exigen al gobierno ayuda. Le exigen apoyos. Pero, seamos sinceros. ¿No los tribunales laborales están llenos de quejas contra empresarios (de cualquier tamaño) por malas prácticas? Despidos injustificados, trabajos precarios y sin prestaciones, abuso de poder…entre otras demandas. Esos mismos empresarios que durante años han desdeñado a su base trabajadora, hoy, curiosamente, se preocupan por ella. Son esos mismos empresarios que le deben miles de millones de pesos a Hacienda y prefieren invertir un mínimo porcentaje de su deuda en juicios que saben llevarán varios años y en un coletazo de suerte terminarán archivados.

“Los políticos de todos los partidos, los gobernadores estatales y los líderes empresariales deben unirse para acordar un programa económico y de salud integral para tratar el coronavirus y presionar a su Presidente”, escribió hoy en su editorial el diario británico Financial Times. Y, de paso, califica al presidente Andrés Manuel López Obrador como el mandatario de izquierda que menos ha apoyado a…los empresarios. Esto, luego que los ha atacado con diatribas que desdeñan el modelo neoliberal.

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Haciendo una lectura presidencial, quizá el vea ese modelo neoliberal como el reparto de la riqueza entre unos cuantos. Tal vez eso sea lo que en realidad le moleste. No que haya empresarios ricos. Lo que sí, y lo ha dejado claro, es la existencia de empresarios súper ricos con empleados súper pobres. El modelo neoliberal, per sé, no es malo, sí la manera de aplicarlo de muchos magnates que lo usan para llenar sus arcas a placer, vendiendo la falsa idea de un progreso basado en largas jornadas laborales sin, claro, paga extra y con la utopía de una vida mejor “en algún momento”.

Hoy quienes deben ponerse la camiseta son los empresarios. Acorcharse el cinturón.

Bajarse ellos, y los de su consejo de administración, sueldo y prestaciones. No apretar más a un cinturón que dejará de ser necesario en unas semanas. Dejar de explotar a proveedores y entender que cuando el camino es parejo, todos pueden andar en él.

Ojalá leyéramos columnas así, pero dedicadas a empresarios. Quiero pensar que ellos ya tienen la receta mágica para dejar de ser un país paternalista y comenzar a dejar el biberón, tomar nuestras propias decisiones y trabajar por el verdadero bien de México.

Y no es pro intrigar, pero que no se nos olvide el Fobaproa.