La austeridad descafeinada

jueves, 4 de julio de 2019 · 08:11
Twitter: @CarlosGuerreroO 
El proyecto de Ley de Austeridad Republicana fue aprobado por el Senado este martes y pasará a la cámara de los diputados para discusión. Su contenido, más allá de atender la eficiencia en el gasto del gobierno mexicano, plantea directrices que apuntan al desorden administrativo y legislativo, e inevitablemente al aumento de la corrupción.
 
Esta semana ha trascendido en medios la aprobación, por una mayoría de senadores, del proyecto que expide la ley de austeridad del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y que modifica las leyes de responsabilidad de funcionarios y de hacienda.
 
Dentro de otros temas, ha sido ampliamente criticada la facultad que se dio al presidente para decidir por decreto el destino de los gastos recuperados (como consecuencia de la política de austeridad), y a lo que algunos han llamado “el regreso de la partida secreta”.
 
Además de ese tema, que por sí mismo preocupa ante la invasión de facultades y ante la falta de mecanismos expresos de rendición de cuentas, no debe pasarse por alto el contenido de la nueva ley de austeridad (objeto principal de todas estas modificaciones).
 
Al introducir la iniciativa, los legisladores atendieron al llamado del presidente de México para controlar el gasto corriente del gobierno. Las copias, los viajes, las duplicidades, los cafés, las comidas, los seguros, los eventos.
 
Y aunque en su intención el proyecto aprobado ataja parcialmente la austeridad gubernamental, adhiere una serie de disposiciones que no atienden el problema.
 
Pretende regular adquisiciones del gobierno, la reorganización administrativa, la responsabilidad de servidores públicos, los conflictos de interés de funcionarios, entre otros temas que tienen que regularse de forma profunda e independiente.
Peor aún, por lo que toca a la austeridad, el proyecto aprobado tiene un toque de improvisación y un mensaje claro: gastemos menos sin importar qué tan ineficientes nos volvamos. En un intento más del Estado Mexicano por combatir la corrupción a través de la austeridad, el proyecto que ahora será votado por los diputados tiene riesgos: que la corrupción aumente, que la función pública palidezca y que la burocracia se ahogue en sus propios procesos.

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