En los últimos años, la CDMX ha sido escenario de una creciente tensión urbana que ha desembocado en manifestaciones y marchas contra la gentrificación. Habitantes de barrios como la Roma, la Condesa o el Centro Histórico han alzado la voz ante el encarecimiento de rentas, la pérdida de identidad y el desplazamiento de familias de toda la vida.
Esta situación ha reabierto un debate sensible: ¿es lo mismo la migración que la gentrificación? Para abordar este tema con precisión, es fundamental entender cuál es la diferencia y no caer en discursos simplistas que terminan culpando a quienes menos poder tienen en estas dinámicas.
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Las diferencias entre migración y gentrificación
Aunque puedan parecer fenómenos relacionados por el hecho de implicar movimiento de personas, migración y gentrificación no son lo mismo.

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La migración es un proceso social y humano que ocurre cuando una persona o grupo cambia de lugar de residencia, ya sea de manera interna (dentro del mismo país) o internacional, generalmente en busca de mejores condiciones de vida, trabajo, seguridad o reunificación familiar.
La gentrificación, en cambio, es un fenómeno económico y urbano que ocurre cuando personas o inversionistas con mayor poder adquisitivo se instalan en barrios populares, lo que genera un alza en los precios de la vivienda, comercios y servicios.
La diferencia con esta situación es que esto provoca el desplazamiento de los habitantes originales que ya no pueden costear la vida en esa zona. Es decir, la gentrificación no es resultado directo de la migración, sino de un sistema económico que favorece a quienes pueden lucrar con el territorio.
¿Quiénes migran más a México?
En los últimos años, México ha experimentado un aumento en la llegada de personas provenientes de distintos países. Entre quienes más migran están personas de origen centroamericano, especialmente de Honduras, El Salvador y Guatemala, que buscan escapar de la violencia, la pobreza y la inestabilidad política.
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También hay un crecimiento sostenido de personas venezolanas, cubanas y haitianas, muchas de ellas en tránsito hacia Estados Unidos, pero que a menudo terminan estableciéndose en ciudades mexicanas por falta de opciones.
La confusión entre migración y gentrificación puede ser peligrosa. Culpar a los migrantes por el encarecimiento de la vivienda desvía la atención de los verdaderos factores estructurales. Estos son la especulación inmobiliaria, la falta de regulación y la concentración del mercado en manos de unos pocos.
Es cierto que ciertos perfiles de migrantes, como los nómadas digitales con altos ingresos, han tenido un impacto visible, pero el problema no es su presencia, sino el modelo de ciudad que se está construyendo en torno a ellos.
En lugar de criminalizar la migración, es momento de exigir políticas públicas que frenen la gentrificación. Y así garantizar el derecho a la ciudad para todas las personas.
Ahora que conoces la diferencia, ¿qué opinas?