Opinión

¿Lo que el presidente quiso decir?

¿Cómo llegó López  Obrador a un escenario de crisis comunicacional respecto al feminismo y la violencia de género?
miércoles, 3 de marzo de 2021 · 17:50

El 8 de marzo del año pasado, los movimientos feministas a nivel nacional salieron a protestar ante la creciente violencia hacia las mujeres y la inacción del gobierno federal para combatir esta problemática.

En mi columna La radicalización de las protestas feministas mencioné:

           ONU Mujeres, en su capítulo México presenta la serie La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-  2017, en donde analiza las defunciones femeninas con presunción de homicidio en México o DFPH.  El documento define a las DFPH como los decesos de mujeres con elementos que hacen suponer que fueron víctimas de homicidio. Considero que no hace falta enumerar cuales son los elementos que hacen suponer el homicidio de una mujer, la realidad cruda nos lo deja ver diariamente.

           De acuerdo con el documento de ONU Mujeres, en 1985 hubo 1 mil 460 DFPH en México, lo que significaba 3.8 mujeres privadas de la vida por cada 100 mil mujeres. En 2017 la cifra fue de 3 mil 314 DFPH y una tasa de 5.2 mujeres privadas de la vida por cada 100 mil mujeres. El incremento entre 1985 y 2017 es de 66% en 32 años.

Desde que los movimientos feministas protestaron con todas sus fuerzas el 8 de marzo 2020 nada ha cambiado. En 2020, durante el segundo año de gobierno de López Obrador, 3 mil 730 mujeres murieron violentamente. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), 939 mujeres privadas de la vida por razones de género y 2 mil 791 defunciones femeninas con presunción de homicidio. Ni ellas ni sus familias tendrán acceso a la justicia.

En lo que va del 2021 la Dra. Mariana Sánchez fue víctima de feminicidio en Chiapas. Basilia Castañeda ha continuado con su denuncia contra Félix Salgado Macedonio. Al menos 5 víctimas han denunciado el acoso sexual por parte de Andrés Roemer.  Estos son solo unos pocos casos de alto impacto mediático, según la estadística debe haber por lo menos 600 casos más de homicidio y miles de violencia de género que han pasado en los dos primeros meses de este año sin que nos enteremos.

Hoy el Presidente está a cuatro días de enfrentar un nuevo 8 de marzo. Digo enfrentar porque, lejos de atender a las demandas de las mujeres, los mensajes del Presidente han sido de desacreditación en vez de ofrecer soluciones a la problemática. Con esos mensajes el Presidente no ha hecho más que exacerbar el miedo, enojo, frustración y sobre todo decepción hacia la 4T.  El 8 de marzo López Obrador se enfrentará a un feminismo que está en pie de lucha.

¿Cómo llegó López  Obrador a un escenario de crisis comunicacional respecto al feminismo y la violencia de género? Vayamos por partes:

En primer lugar, definamos que es una crisis. De acuerdo con la consultoría política Primer Circulo una crisis es una situación de un asunto o proceso que genera una súbita inestabilidad, riesgo mayor, ruptura o inquietud colectiva. El Presidente apuesta a sus altos niveles de aprobación. Considera que el apoyo de una buena parte de los mexicanos lo salvará categóricamente de conflictos sociales, por lo tanto, soslaya la explosión feminista que se ha gestado debido a los crecientes hechos de violencia de género que culminan en feminicidios y desapariciones. López Obrador piensa que el feminismo, siendo naturalmente un movimiento de izquierda, soportará la situación.

Segundo, al no aceptar una situación de crisis, no se puede iniciar la gestión. Las teorías sobre crisis reputacional señalan que la mejor forma gestión es la prevención, lo que se logra a través del análisis de riesgos. En este caso ni se previno ni se está gestionando.  Lo que me recuerda al artículo de Mario Riorda “Quiero salir… sólo si se puede, bien”

Es un supuesto el que toda crisis es evitable, pero también lo es el hecho que los gobiernos no constituyen regularmente células de manejo de crisis de manera previa, por lo que la condición de evitable es difícil de sostener en el campo de lo gubernamental, aunque si queda en pie la condición de crisis como gestionable.

Tercero, además de que la crisis no se gestionó, el Presidente la ha exacerbado. Su posicionamiento sobre el feminismo, el apoyo a rajatabla a la candidatura de Salgado Macedonio (incluido su “Ya chole”), y sus declaraciones sarcásticas sobre la petición de romper el pacto patriarcal, hoy resultan en una escalada paulatina en el enfrentamiento con los movimientos feministas. Lo que inició como crisis comunicacional ahora es una crisis en los campos social y político.

En conclusión, tras un análisis del discurso del presidente, considero que lo que quiso decir fue:

Que lo importante no es la situación de violencia generalizada en el país ni mucho menos la violencia de género, sino él mismo como victima de la oposición política.

Está convencido de que todo el mundo, sobre todo el político, esta planeando como destruirlo. Para el presidente la crítica es personal, no a la forma en la que esta actuando su gobierno ante la violencia generalizada y de género.

El presidente no logra visualizar lo peligroso que es ser mujer en México. Las cifras oficiales y de organismos internacionales sobre violencia de género no deja lugar a dudas.

No entiende el feminismo del Siglo XXI. De ahí la descalificación de los conceptos y planteamientos como “Rompa el Pacto”. Cuando el presidente no comprende un tema, lo descalifica, minimiza y hasta ridiculiza.

No ha comprendido las demandas de los movimientos feministas: un cambio de pensamiento patriarcal-machista, el combate a la desigualdad de género, el acceso a la justicia y la contención de la violencia que culmina en feminicidios y desapariciones. El presidente entiende a los movimientos feministas solo como un elemento de ataque y presión política dirigidos a su persona.

Para López las víctimas no tienen credibilidad, sobre todo si las victimas ponen en evidencia debilidades del gobierno que encabeza. Repite la fórmula: descalifica, minimiza y hasta ridiculiza a las víctimas.  

Así tenemos una formula que puede ser letal para el Presidente, la 4T y MORENA: crisis, gestión deficiente de ella y su exacerbación. De no atenderse, la 4T podría enfrentar riesgos en materia gobernabilidad.

Hoy López Obrador y su gobierno se encuentran a tiempo para implementar una fase de respuesta a la crisis con el objetivo de reducir los efectos negativos en los campos político y social evitando una eventual escalada a una crisis de gobernabilidad. Sólo requiere la voluntad política del Presidente y de su gabinete además de una estrategia de atención.

En mi próxima colaboración abundaré en la estrategia de gestión de crisis desde la perspectiva de Seguridad.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @GNava1980

 

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