La transición energética en México con visión social

jueves, 3 de octubre de 2019 · 02:10
Twitter: @Marioliva4 La transición energética en nuestro país parecería que va un poco estancada, sobre todo porque en su implementación, por ejemplo, de parques eólicos o incluso las hidroeléctricas, la consulta libre previa e informada, brilla por su ausencia, de tal manera que hay varios conflictos sociales que se oponen a estos megaproyectos de infraestructura. Y es que digamos que la pésima implementación de los megaproyectos desplaza, criminalizan, confrontan a comunidades y propietarios de tierras, quienes terminan muchas veces sin los beneficios prometidos. De alguna manera, la transición energética debería darse en un contexto en donde la energía y su producción beneficiaran no solo a las trasnacionales expertas en el tema, si no también a comunidades y así redistribuir la riqueza. Una de las opciones es mediante cooperativas energéticas, ya más o menos les hablé de esto, cuando escribí sobre Samsø, la Isla Danesa, cuyos habitantes son dueños de su propia compañía eléctrica, cosa que sucede en toda Dinamarca y en general en varios países de Europa.
A pesar de que la Secretaría de Energía (SENER), en la  si está visualizando la creación de las cooperativas energéticas y éstas buscarían ser socialmente justas para las comunidades donde los proyectos pudieran implementarse, habrá que analizarse cómo podría ser su implementación. Además, sería sumamente riesgoso considerar que un parque eólico o solar tendría el mismo tratamiento que una presa para una hidroeléctrica (cuyo impacto en los ecosistemas es terrible y desplaza personas).
Cuidando las diferencias e impactos sociales y ambientales de este tipo de proyectos, de entrada es una gran noticia.
Sobre todo porque México a pesar de tener un gran potencial eólico y solar de producción de energía, es de los países cuya inversión e incentivos en la materia está más atrasado. La región de Latinoamérica es de las regiones cuyos incentivos fiscales o legales son menos atractivos para desarrollar estas tecnologías que ya llevan un buen rato probando que son costo-efectivas, idealmente socialmente justas y ambientalmente eficientes. Y su implementación en México es ya inaplazable. No podemos quitar el dedo del renglón y buscar que México cumpla con sus compromisos con el Acuerdo de París y los objetivos de la Ley General de Cambio Climático para reducir sus emisiones.