Al tiempo que la Segunda Guerra Mundial terminaba sucedió una historia que nadie contó y de la que nadie hablaba.
En mayo de 1945 se realizó un ‘vuelos de incentivo’, es decir, vuelos que el ejército realiza para premiar a alguien como muestra de gratitud por un acto.
En esa ocasión todo el mundo soñaba con ir a ese lugar pero pocos podían llegar. Quienes ya lo habían visto aseguraban que era fascinante por sus colores pero que era habitado por personas de la Edad de Piedra.
Nadie quería explorar el sitio por los riesgos que representaban ni siquiera los mismos hombres merecedores del ‘vuelo incentivo’, solo planeaban sobrevalorar el lugar, así que un 13 de mayo 24 elementos del ejército subieron a un avión.
Ese mismo 13 de mayo The Gremlin Special se estrelló con una montaña y 21 militares murieron y los únicos tres elementos que vivieron decidieron caminar hacia el valle pues sabían que no sobrevivirían.
Pero lo que encontraron en el valle cambió su vida, los tres sobrevivientes se encontraron con decenas de nativos.
La comunidad de nativos practicaban el canibalismo y no gustaban de los extraños.

Por otro lado, Earl Walter Jr. lider de un equipo de paracaidistas filipinos preparados para esta situación nunca antes escuchada, no existían películas que les dijeran qué hacer o cómo actuar.
A pesar de su preparación, los militantes se vieron excedidos, y en segundos estaban desnudos frente a los nativos.
Todos pensaban que no había nada qué hacer pero los militares estadounidense planearon algo que inspiró a Steven Spilberg en sus películas, un rescate perfecto.
Se corrió un riesgo, los militares en tierra planearon tirar una especie de arco de futbol americano con una cinta amarrada de las que los secuestrados se sujetarían.
La estrategia se llamaba snatching, y aunque existía nunca se intentó a esa altura ni en esas condiciones.
Y todo fue un éxito, la historia fue considerada la aventura más increíble de la Segunda Guerra Mundial, tanto que inspiró a Mitchell Zuckoff a escribir la historia en su libro ‘Perdidos en Shangri-La‘.
“¡Yo creía que Steven Spilberg era el dueño de toda la Segunda Guerra Mundial! Es increíble que esto haya sido pasado por alto. Es como el libreto de una película”, dice Zuckoff y confiesa: “Mientras lo escribía, mi gran temor era que alguien lo encontrara y se lo entregara a Hollywood”, confesó Zuckoff.