El síndrome del corazón roto
Margarita vive en la Ciudad de México, es una mujer de 60 años que nunca había conocido el dolor por amor, hasta que un accidente automovilístico le quitó a quien fue su compañero de vida por casi 40 años.
Nunca imaginó que su ausencia le dolería tanto.
Un mes después de la muerte de su esposo ingresó al hospital con un agudo dolor en el pecho, presión arterial alta, sudoración, taquicardia, náusea y ansiedad que se acompañaba del deseo de morir. Los médicos ya tenían un diagnóstico previo, los síntomas son clásicos de un infarto al miocardio.
Sin embargo, la ecocardiografía demostró algo que no comprobaba la hipótesis anterior, ya que la zona apical y zona media del ventrículo izquierdo del corazón de Margarita presentaban una deformación poco común, pues tenían forma de olla o vasija. Diagnóstico oficial: miocardiopatía de Takotsubo o ‘síndrome del corazón roto’.
Pero ¿qué dice la ciencia en casos como éstos?, ¿el dolor de la pérdida de un ser querido puede tener una repercusión a nivel físico al grado de ‘romper’ tu corazón?, ¿es posible morir de amor o de alguna fuerte emoción?
Los síntomas
Evidencia científica actual señala que cualquier trastorno físico suele implicar alteraciones psicológicas y viceversa, por lo que el sufrimiento de estados emocionales negativos persistentes puede afectar las funciones del organismo en general y hacer vulnerable el cuerpo para desarrollar o mantener enfermedades.
Los síntomas más recurrentes que se presentan en el síndrome de Takotsubo son dolor agudo en el pecho, falta de aire, dificultad para respirar, sudoración profusa, arritmia, náusea, vómitos, presión alta y ansiedad. Los pacientes pueden describir una onda de presión desde el pecho hasta el cuello y la cabeza.
No todos los síntomas se manifiestan de la misma forma para todos, el médico revisa también antecedentes clínicos y realiza pruebas clínicas que confirman el diagnóstico.
Origen japonés
La miocardiopatía de Takotsubo o síndrome del corazón roto es una enfermedad rara y de baja incidencia, donde el estrés crónico y la depresión ocasionados por eventos anteriores estresantes, emocionales o físicos se han relacionado con efectos biológicos negativos, entre los que se incluye la predisposición a este mal.
Fue descrita por primera vez en Japón en la década de los años 90 y su nombre se deriva de una vasija que utilizan los pescadores japoneses como trampa para cazar pulpos (tako, pulpo y tsubo, olla).
En este sentido, los eventos estresantes hacen que el ventrículo izquierdo del corazón se deforme ligeramente ocasionando un estrechamiento de las arterias coronarias y la zona tome una forma similar a esta vasija; el corazón pierde fuerza en la capacidad de bombeo y, finalmente, da manifestaciones similares a las de un infarto.
Casi todos los casos presentados a nivel mundial han sido en Japón, pero los especialistas mencionan que este predominio racial puede ser explicado porque en países occidentales todavía pasa desapercibido su diagnóstico.
Eliud Montes Cruz, ecocardiografista e investigador, comentó para la Agencia Informativa Conacyt que este padecimiento ocasiona insuficiencia cardiaca severa y el paciente comienza a tener dificultades para respirar, incluso requiere de hospitalización.
Sin embargo, un estudio clínico llamado coronariografía revela que en esta enfermedad no se encuentran lesiones que obstruyan el funcionamiento de unas arterias denominadas epicárdicas, “el corazón es un cono; sin embargo, la enfermedad hace que cambie la forma de ese cono y haga un jarrito que va a dilatarse de la punta cancelando el bombeo de sangre”.
El caso de Margarita fue publicado hace dos años; sin embargo, un diagnóstico fuera de tierras niponas se reportó en 2004 en México, lo que fue considerado el primer caso de síndrome de Takotsubo en América Latina.
Sanar el corazón
De acuerdo con Eliud Montes, pese a todos los antecedentes que pueden desencadenar un falso pronóstico de infarto de miocardio y sí un diagnóstico de enfermedad de Takotsubo, éste se trata de un padecimiento de naturaleza benigna o transitoria, es decir, se tiene la esperanza de que la afección pueda corregirse.
Sólo en ciertos casos puede producirse un desenlace fatal en la persona que desarrolla la enfermedad. Sin embargo, una vez que existe el diagnóstico del padecimiento y se ha dado el tratamiento adecuado, el período de recuperación oscila entre una y cuatro semanas.
Los casos de ambas mujeres fueron considerados exitosos a través de los tratamientos intra y extrahospitalarios y en el caso de Margarita, la promesa a su esposo de mantener una vida sana y fuera de depresión es más fuerte para cumplirla. “Cuando sea mi turno de partir y reencontrarme con él, será porque ya me tocaba y no porque morí de amor”. (Con información de El Financiero)