Aunque todos queremos apoyar a otras personas que estén pasando por dificultades, saber cómo no siempre es algo intuitivo. Si un ser querido está sufriendo, las palabras empleadas miles de veces a fin de veces —“¡Feliz Navidad!”— pueden sentirse como chiste cruel, publicó USA Today.
Se supone que la temporada navideña sea una época de celebrar —pero si uno está pasando por alguna enfermedad, un divorcio, encarcelamiento o dolor, el espíritu festivo puede parecer sal en la herida. Las festividades pueden hacerlo a uno consciente sobre el amor, la libertad o la vida que ha perdido.
Mucha gente teme reconocer el dolor de los demás: no quiere traerlo a colación. Lo mejor que se puede hacer es hablar en vez de mantenerse callado. Pero saber qué decir puede resultar tan difícil como armarse de valor para decir algo.
Durante la mayor parte de nuestras vidas, hemos cometido cuatro grandes errores:
Primero: Cuando alguien se encuentra angustiado, nuestro instinto es animarlo a pensar de manera positiva. Es lo que menos ayuda. Presionar a la gente a ser feliz es una forma segura de hacerla sentir triste; sentirnos mal por sentirnos mal nos hace sentir peor. Ayuda más invitarla a expresar sus sentimientos.
Segundo: Mencionamos algo similar que nos ha ocurrido. Lo sociólogos llaman esto ‘egolatría conversacional’: el momento cuando enfocamos en nosotros la conversación. Aun si sabe cómo se siente la otra persona, el tema debe ser la experiencia de ésta no la de usted. “Diga literalmente las palaras: ‘reconozco tu dolor. Estoy contigo’, señala el escritor Tim Lawrence
Tercero: Hemos tratado de ayudar dando consejos. Eso también es de lo más contraproducente.
Damos consejos que no nos piden. No dé consejos cuando no se los pidan. Mejor considere admitir, “ojalá supiera qué decir. Lamento mucho lo que te está pasando, pero no estarás solo”.
Cuarto: Hemos intentado mostrar nuestro apoyo diciendo, ‘déjame ver si puedo hacer algo’. Eso pone en otros el peso de saber lo que necesitan y de sentirse a gusto pidiéndolo. “En vez de ofrecer ‘cualquier cosa’, recomienda el escritor Bruce Feller, “nada más haga algo”.
Cuando falten las palabras, lo mejor que se puede hacer es entrar en acción. Los actos no sólo hablan más que las palabras, también se sienten más.