El inicio de la pandemia marcó un cambio en la identidad de cada individuo; ahora, el rostro de las personas es una incógnita al estar siempre cubierto por una mascarilla protectora.

El uso del accesorio es obligatorio en todos los sitios públicos a los que se acude para realizar las actividades del día a día, una medida sanitaria que imposibilita la interacción humana y genera distanciamiento social.

Los cubrebocas más comunes están elaborados de tela o papel que cubren más de la mitad del rostro, ocultando así importantes rasgos físicos que proyectan la personalidad de cada ser.

Si la pandemia se alarga y las disposiciones continúan, no tardará mucho tiempo en que se pierdan las conexiones humanas que se tiene con la gente al esconder las expresiones faciales bajo una máscara.

Para atender este problema, se desarrolló el primer tapabocas transparente registrado por la FDA, un elemento con capacidad de filtrar el aire según el estándar N99. Además, cuenta con características especiales como la auto-purificación gracias a la incorporación de la luz UV-C.

El nuevo cubrebocas LEAF mantiene a salvo a quien lo porta y permite interactuar cómodamente con otros individuos sin descuidar la seguridad. Las expresiones del rostro son completamente visibles ante el receptor, lo que genera una conexión más amplia en el proceso de comunicación.

LEAF está fabricado de silicona transparente de grado médico que proporciona un ajuste universal para que la cara no se oscurezca o empañe a la hora de hablar.

La máscara fue diseñada con filtros ubicados alrededor de la barbilla que proporcionan un 99% de aire puro, manteniendo boca y nariz visible.  

La mascarilla se comercializa en cuatro tamaños diferentes para el ajuste perfecto en niños o adultos, además, debido al material con el que está elaborada, ayuda al cuidado del medio ambiente ya que es reutilizable y de alta calidad.

El costo aproximado de cada unidad es de 5 mil y 6 mil 500 pesos.