5 inventos con un origen muy absurdo que cambiaron el rumbo de la humanidad, o no
Un invento, por muy absurdo que haya sido su origen, o por muy ridículo que sea la propia invención, es capaz de cambiar el rumbo de la historia. Como una especie de efecto mariposa; aunque tal vez, con menos resultados caóticos de lo que podría resultar del aleteo de un insecto. Pero un cambio al final de cuentas.
En nuestro breve repaso por la historia de algunos inventos que, sin ellos, no sabríamos que serían de las selfies, de las discusiones gastronómicas en torno a la pizza hawaiana o incluso, de las palomitas de microondas, nos percatamos que sin duda, seríamos muy distintos. O tal vez no.
El palo para selfies
Aunque el selfie stick pareciera que se trata de un invento millenial, su origen se remonta a la década de los 80, cuando aún ni siquiera había teléfonos celulares. Su inventor, Kenji Kawakama, cuenta haber tenido la idea del palo para autorretratos, después de que un inocente niño saliera corriendo con su cámara al pedirle que le tomara una fotografía.
Sin embargo, en un principio, a nadie le importó su invento cuando trataron de comercializarlo en 1983.
El microondas
Un año después de haber culminado la Segunda Guerra Mundial, el inventor autodidacta Percy LeBaron Spencer, originario de Maine, Estados Unidos, se encontraba en su oficina frente a un magnetrón de radar. Este sujeto, que era un inventor bélico que habría ayudado a mejorar armas, un día, cuando se encontraba junto a ese artefacto, se percató que una barra de dulce de cacahuate que llevaba en su bolsillo se había derretido.
Al día siguiente, probó con un huevo que estalló. Pero sin darse por vencido, hizo un segundo intento con granos de maíz. Ese día, todos en su oficina comieron palomitas. Sin embargo, de acuerdo con Gizmodo, Spencer nunca supo si sería seguro utilizar el microondas para cocinar.
La puerta giratoria
Hace mucho tiempo los convencionalismos sociales dictaban casi, como una norma de caballerosidad, que un hombre debía abrir la puerta a una mujer.
Aunque eso podría parecer muy anticuado ahora, en 1899 el terror que significaba para el inventor estadounidense Theophilus Van Kannel abrir la puerta a una desconocida en un lugar público, lo llevó a imaginar la puerta giratoria. Y evitarse así, la preocupación de abrir puertas a gente extraña.
La primera puerta giratoria se instaló en 1899, en el restaurante Rector’s de Times Square.
Los guantes de látex
Probablemente la historia detrás de los guantes de látex sea más romántica que Diario de una Pasión. Sí, cuando el cirujano William S. Halsted del Hospital Johns Hopkins, en Baltimore, se hallaba enamorado de la enfermera Caroline Hampton, se percató que la mujer sufría una dermatitis que le impedía tener contacto con el líquido antiséptico, la sustancia que hasta ese entonces los médicos utilizaban para esterilizar sus manos y su instrumental.
Así que en 1889, Halsted envió un molde de las manos de Hampton a la compañía Goodyear Rubber, para que diseñaran unos guantes que le permitieran a la enfermera hacer su trabajo con tranquilidad, y que además, fueran los suficientemente resistentes al calor y a los químicos. Después el médico se percató que su idea era más eficiente que los baños químicos. Un año después de casaron.
La pizza con piña
Hay una guerre entre los amantes de la pizza con piña y los que la detestan, pero la historía detrás de este alimento agridulce es un enredo de culturas muy rico. El sujeto que asegura ser su creador, es un griego de más de 80 años llamado Panopoulos que, tras migrar a Ontario, Canadá, en 1954, y abrir su propio restaurante de comida conocido como el Satellite, inventó la pizza hawaiana.
Al parecer, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Hawai se había convertido en un referente paradisíaco, con una gastronomía que sabía utilizar la fruta en sus platillos. Y según cuenta Atlas Obscura, Canadá no fue inmune a sus encantos, "la piña en conserva se convirtió en un elemento básico de cada hogar, publicitada sin descanso por los supermercados en los periódicos de todo Ontario".
"Entonces, un día de 1962, (Panopoulos) tomó una lata de piña, la drenó y arrojó los trozos de fruta a una pizza".