Opinión

Frentes abiertos

Justo a la mitad del sexenio del presidente AMLO, los frentes de confrontación se abren a partir del maltrato permanente hacia diversos grupos de la sociedad mexicana.
domingo, 5 de septiembre de 2021 · 18:37

Justo a la mitad del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, los frentes de confrontación se abren a partir del maltrato permanente hacia diversos grupos de la sociedad mexicana.

Este ánimo de confrontación, alimentado por el propio AMLO desde la tribuna de la mañanera comienza a pasar factura en materia de gobernabilidad y estabilidad política. Un ejemplo de ello, son los resultados de la elección intermedia del pasado 6 de junio, donde el país acusó los efectos de la división alentada desde el Poder Ejecutivo.

No hay sector económico, político o social que haya escapado a esta dinámica. Empresarios, intelectuales, periodistas y políticos de diverso signo y origen partidista entran en la clasificación de adversarios conservadores que buscan descarrilar el proyecto transexenal de la 4T.

El clima de división ha provocado fisuras en el círculo cercano del presidente lo que ha impulsado los recientes cambios en el gabinete. La salida de Olga Sánchez Cordero de Gobernación, y la llegada de Adán Augusto López a esa cartera, hablan de la necesidad de tender nuevos puentes de diálogo y negociación con todos los actores políticos del país.

El relevo de Julio Scherer en la Consejería Jurídica de la Presidencia no escapa a esa dinámica. Scherer agotó su margen de maniobra e influencia en distintos ámbitos, en particular en la relación con el Poder Judicial y los gobernadores del país.

Para nadie es un secreto que Julio Scherer se convirtió en uno de los principales operadores políticos del presidente, pero ahora, el poder de la negociación se traslada a Gobernación con la llegada del exgobernador de Tabasco.

Ahora Scherer esperará su turno para ir por un lugar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación que quedará vacante el próximo año.

La dinámica de ver al adversario como un enemigo, también se ha trasladado a la política de la Ciudad de México. Fiel a los designios y al estilo de su líder, Claudia Sheinbaum, quien debiera fungir como jefa de Gobierno capitalino, ha claudicado para convertirse en un apéndice del inquilino de Palacio Nacional.

Sheinbaum ha confrontado a los alcaldes electos de la oposición que le arrebataron la mitad de la Ciudad de México en las elecciones de junio pasado. Ahogada en sus propios problemas, la jefa de Gobierno apenas se sentó con los próximos alcaldes para tratar de calmar las aguas y sentar las bases de una nueva gobernabilidad.

Los meses por venir serán determinantes para ver si el gobierno de la 4T se radicaliza o tiende nuevos puentes de entendimiento con los actores políticos, económicos y sociales que no comulgan con sus ideas. No le queda de otra. A nadie conviene un clima permanente de confrontación que desvía las energías y los recursos a temas de coyuntura que en nada benefician a las familias mexicanas.

Es momento de no abrir nuevos frentes de conflicto que minen las endebles bases de consenso necesarias para enfrentar, de manera unificada y conjunta, los graves problemas que vive nuestro país.

 

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @UZETASUM

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