Opinión

Ciencia y rendición de cuentas

Lo cierto es que como en todos los cambios de la 4T la parálisis, los recortes y la descomposición encabezan la estrategia de implementación.
lunes, 27 de septiembre de 2021 · 17:04

Con el nuevo régimen se ha iniciado un proceso de cambio en la visión de ciencia y tecnología del país, desde el rediseño de algunos aspectos del CONACYT, hasta la desaparición de algunos programas y subsidios. Lo cierto es que como en todos los cambios de la 4T la parálisis, los recortes y la descomposición encabezan la estrategia de implementación.

Por un lado, la ciencia y tecnología del país no han terminado de consolidarse como un motor de desarrollo, y las promesas de generar innovación y autonomía científica siguen estando lejos de ser una realidad cotidiana. Como en casi todo el mundo, la ciencia pública necesita trabajar de la mano del capital privado para generar resultados, pero esta visión no está del todo compartida por el nuevo gobierno. Asimismo, una discusión interesante de este gobierno es cómo la ciencia debe de rendir frutos a la sociedad y cuestiona el concepto de utilidad pública que se constituyó en el pasado.

Sin embargo, ¿qué utilidad pública puede dar la ciencia si ya no se diseña la política pública con base en evidencia? Esto, por dar un ejemplo sobre el rechazo a los resultados de la comunidad académica y científica en la sociedad.

Por supuesto que hay muchas cosas que cuestionar a la gestión académica, como, por ejemplo, la escaza rendición de cuentas de la comunidad académica y la falta de evaluación de impacto social sobre el uso de los recursos públicos que se usan en los investigadores. Cuestión que ni antes, ni ahora se alinea a una visión estratégica de Estado sobre los objetivos de la ciencia.

Sin duda, algunas prácticas del mundo académico son sumamente cuestionables como los mecanismos que permitieron la estafa maestra o el reportaje que mostró exceso de discrecionalidad en el uso de los recursos del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, asunto que ha dado origen al desproporcionado uso de la fuerza y de recursos en la persecución de 31 científicos involucrados.

En contraste, se han reducido los apoyos para la comunidad de cátedras que recién inician su trayectoria académica, se han recortado los accesos y los recursos a información de bases de datos y revistas especializadas, los recursos para la asistencia a congresos y seminarios, la adquisición de hardware y software, así como de instalaciones apropiadas para el desarrollo científico.

La precariedad científica es un asunto de todos los días, con ella y a pesar de ella se hace ciencia en nuestro país, mas esto no exime la responsabilidad de las autoridades en el quehacer científico. Si a esta precariedad se le suma la narrativa de que toda la comunidad científica está llena de excesos y frivolidades se aumenta la desigualdad y las brechas entre quienes inician su vida académica y quienes la tienen consolidada.

Los recursos públicos invertidos en la ciencia se necesitan ejercer bajo una estrategia nacional y con mecanismos claros de rendición de cuentas, porque sirven, por ejemplo, para reducir brechas sociales, para profesionalizar la labor científica, para ampliar el alcance geográfico de los centros de investigación y, sobre todo, para que se puedan resolver algunos de los problemas nacionales.

El quehacer científico merece ser independiente y propicio, pero siempre en un marco de responsabilidad y respeto.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @P_Mancebo

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