Opinión

Laura Esquivel y la cocina

Ella es una de mis autoras predilectas. Su pluma es fina, su narrativa cadenciosa, atrapadora y gentil.
viernes, 17 de septiembre de 2021 · 15:55

Amante del Buen Comer®

Hay libros que atrapan. Hay libros dignos de leerse más de una vez. Hay libros que generan un inminente circulo virtuoso-vicioso, en el que es imposible parar de leer dado lo buenos que son, pero al mismo tiempo nos dejan esa terrible nostalgia al haberlos terminados. Hay libros mágicos. Hay libros que se saborean, que se devoran, que se disfrutan.

Laura Esquivel es una de mis autoras predilectas. Su pluma es fina, su narrativa cadenciosa, atrapadora y gentil. Sus historias son envolventes, llenas de sentimiento y pasión. Cada uno de los textos que he leído de ella me han abrazado gozosos, me han hecho vibrar y reflexionar y, sin duda, han dejado felicidad en mi momento y por tanto en mi vida.

De los libros de Laura, mi favorito es su obra maestra “Como agua para chocolate”. Publicado en 1989, este libro ha dado la vuelta al mundo compartiendo con sus lectores las maravillas de la cocina mexicana, envueltas en una exquisita novela revolucionaria que nos regala en su narrativa una gran fotografía del México bravo de inicio de 1900 y cuya relación entre los personajes nos permite adentrarnos en la cultura familiar de la época. Una verdadera joya.

Este libro lo leí hace muchos años en la preparatoria, posteriormente en alguna vacación y en esta ocasión tuve la oportunidad de participar en el taller de lectura de BookFan donde, además de comentar el libro con el resto de los participantes, en la última sesión tuvimos la dicha de conversar con la autora y adquirir el libro firmado. Un grandioso momento que se queda conmigo para siempre.

Dado que esta columna refiere a la gastronomía, aprovecharé estas líneas para compartirles una de las cosas que, como cronista culinaria que soy, más me gusta del libro: la expresión de los sentimientos y conductas humanas a través de los alimentos y platillos.

Muchos de ustedes saben que soy aficionada de los adjetivos. Su uso oportuno, atinado y puntual generan en mi un placer intelectual que pocas cosas logran. Tener el calificativo perfecto, la analogía precisa o la descripción ad hoc, son momentos de máximo deleite en mi vida a la hora de escribir.

Sin ánimo de hacer ninguna revelación crucial de la obra (para que aquellos que no la conozcan se animen a leerla y quienes ya lo hicieron lo hagan con otros ojos) es importante señalar que este libro buscó, en palabras de la propia Laura, mostrar la relación de una familia, a través de 12 deliciosas recetas. Para ello, la autora incluye en su narrativa un realismo mágico que exacerba plácidamente su objetivo. Sirva esta oportunidad para dejarles una probadita de pasajes deliciosos que cautivan a quienes somos amantes el buen comer® y que nos regalan estas inigualables analogías entre sentimientos y alimentos.

El deseo

“Cuando Tita sintió sobre sus hombros la ardiente mirada de Pedro, comprendió perfectamente lo que debe sentir la masa de un buñuelo al entrar en contacto con el aceite hirviendo.”

¡Qué manera tan clara de entender el éxtasis que produce el ser amado! ¡Qué elocuencia para visualizar el fervor y calor que genera el deseo del cuerpo del otro con la preparación de un placentero platillo como lo es este!

La decencia

“El que nadie se coma el último chile [en nogada] de una charla, generalmente sucede cuando la gente no quiere demostrar su gula y aunque les encantaría devorarlo, nadie se atreve.”

¿Cuántas veces en la vida nos hemos limitado a hacer algo por lo que otros puedan decir? ¿Cuántas veces nos hemos privado de algún placer por miedo a la reprenda social o a no cumplir expectativas externas? Sin duda alguna, la materialización de la prudencia social en la relación con los chiles en nogada es una de las preciosas analogías culinarias que nos regala la autora.

La tristeza

“Lo malo de llorar cuando uno pica cebolla no es simplemente el hecho de llorar, sino que a veces uno empieza y ya no puede parar.”

¡Ah la cebolla! La única hortaliza capaz de defenderse del ser humano al nublar su vista con sus propias lágrimas, ejemplo representativo de la afloración del sentimiento más profundo, la tristeza.  ¿Cuántas veces no hemos guardado sentimientos que, una vez que los liberamos con la primera lágrima, se vuelven fuente incontrolable de llanto? ¿Cuántas veces no hemos buscado una excusa para dejar salir lágrimas que estaban guardadas en el corazón? Sin duda alguna esta analogía es una gran expresión de lo vulnerable que es el comportamiento humano alrededor de la tristeza.

Podría seguir con varias analogías más, como la famosa receta de las codornices en pétalos de rosas y la apoteosis de la liberación. Sin embargo, dejo hasta aquí mi texto a propósito, por respeto a la autora y mis lectores, esperando que, con estos destellos, pueda generar en ustedes la curiosidad de leer o releer el libro para verlo con hambre, babeando, saboreando y deleitándose al pasar todas y cada una de sus páginas.

¡Buena lectura y buen provecho!

Amante del Buen Comer®

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @adelbuencomer

Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc.

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