Opinión

El Mezcal y Esmeralda

Esmeralda debe tener asegurada la mano de obra y los insumos necesarios. La escasez de vidrio aunada al COVID no le hacen la encomienda fácil.
viernes, 27 de agosto de 2021 · 15:07

Mezcaleando

Cuando vio que el reloj marcaba ya las 12pm y que el profesor seguía, cual ungido en pulpito hablando solo, supo que tendría que correr.

En cuanto pudo, Esmeralda salió disparada como alma que lleva el diablo para alcanzar el urbano que debería llevarla hasta su pueblo, pero aun así el trasporte se fue sin ella. Tuvo que irse en un colectivo, con suerte llegará en tres horas a su pueblo. Sus ingresos no le permiten darse ese lujo, pero no puede llegar tarde otra vez.

Esmeralda tiene tan solo 20 años y esta a punto de terminar sus estudios en la Universidad Autónoma Benito Juárez, le costó mucho convencer a su papá de dejarla ir. “Las muchachas no salen de la casa que con una dote en la puerta” solía decirle. Ella es la primera mujer que va a la universidad en su familia y eso le da una gran responsabilidad. Ella como su madre, sus tías, sus primas y demás mujeres de su pueblo, tiene obligaciones y tareas que cumplir. El hecho de que ella haya logrado el permiso a regañadientes para educarse, no la exime de ninguna de ellas.

Tiene que participar en la cobranza, hacer los alimentos para los varones, llevarlos y servirlos, recoger y limpiar. La limpieza de la casa y la granja, las compras y ocuparse del caballo, puercos y uno que otro guajolote en camino a convertirse en pechuga de mezcal.

Además, Esmeralda tiene otro trabajo que Don Bernardo, su padre le dio. Ella es responsable del envasado del mezcal.

Hoy tiene a su cargo 4 muchachos de su edad: sus vecinos Félix y Adrián y dos primas: Susana y Graciela. A su papá le urge envasar 660 botellas antes del lunes.

Tuvo que decir no a la comida con Arturo, el chico que le gusta y, no irá tampoco a pasear por el rio con su prima Ana este fin. Tendrá que estudiar por la noche.

Dentro de esa responsabilidad está que el producto luzca perfecto. Nada de etiquetas chuecas, botellas manchadas, corchos flojos o mal cerrados. Esmeralda responde directamente a su padre por cada botella terminada.

Esmeralda debe tener asegurada la mano de obra y los insumos necesarios. La escasez de vidrio aunada al COVID no le hacen la encomienda fácil. Don Bernardo es intransigente en cuanto a la presentación de su mezcal.

El primer paso es enjuagar las botellas, esto se hace con mezcal. Se dejan escurrir para posteriormente llenarlas. La instalación tiene un pequeño vertedor de cuatro botellas -este es el trabajo de Félix. Es esencial asegurarse que la maquina tenga un filtro nuevo para sedimentos a cada lote que se envasa. Adrián las encorcha y les pone cintillo de seguridad. Con empaques de plástico se asegura corcho y cintillo con la ayuda de una secadora de pelo. Esto lo hace Graciela.

Y mientras una vieja radio toca a todo lo que da Botella tras Botella y los chicos ríen con la casualidad, las botellas se van formando y acumulando en una mesa enorme. Cuando se llena la mesa, los cinco chicos se enfocan en el etiquetado. Para ello tienen una base inclinada a 45 grados que permite girar la botella para realizar este complicado paso, hay una base para cada un de ellos. Esmeralda la inventó, y ello le valió este empleo y responsabilidad. En su casa dicen: “sino lo venden… ¡lo inventamos!”

Tras el etiquetado, las botellas se regresan a las cajas en las que llegaron y se van apilando en camas sobre bases de madera.

Esmeralda sabe que las botellas que llena, etiqueta y empaqueta con tanto esmero, lucirán en los estantes de los más afamados establecimientos del mundo y que algún día las verá ahí, con sus propios ojos…

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @ElixirGospeller

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