Opinión

El consumo de vino en México

¿De qué depende que un país sea productor y/o consumidor de vino?
jueves, 29 de julio de 2021 · 18:53

Cuando pensamos en países tradicionalmente productores y consumidores de vino casi siempre nos imaginamos España, Francia e Italia. Y ciertamente esos tres son grandes estrellas del vino. En mi caso personal, mis regiones vitivinícolas favoritas en gran medida provienen de dichas naciones (Rioja en España, Côtes du Rhône en Francia y la Toscana italiana y junto con otras regiones de Australia y Estados Unidos, tenemos un espectro sumamente completo). Pero ¿de qué depende que un país sea productor y/o consumidor de vino?

En primer lugar depende de la geografía. Para producir uvas que posteriormente puedan ser vinificadas se requiere cierto clima (se dice que aquel entre los paralelos 30 y 50 de ambos hemisferios norte y sur es ideal). Pero además, tiene que ver con la tradición y la cultura. Si bien China, Japón y Corea se encuentran en esta zona geográfica, no son productores de vino mayoritariamente (aunque China ha incursionado importantemente en esta industria en años recientes).

En México tenemos varias regiones cuyos climas son favorables para la producción de vino. Y aunque estamos ligeramente al sur de la zona geográfica que acabo de mencionar, podemos encontrar lugares donde se producen uvas de gran calidad. Sin embargo la producción y el consumo de vino en nuestro país todavía es escaso. De acuerdo con la OIV (International Organisation of Vine and Wine) el consumo de vino per cápita en México es casi 50 veces menor que el de países como Francia y 10 veces menor que el de Estados Unidos. En ese sentido, la cultura en nuestro país no está acostumbrada a tomar vino en sus comidas, o bien, piensa en el vino no como algo cotidiano, sino como una bebida que se toma solamente en ocasiones especiales. En Estados Unidos el consumo total de vino supera al de Francia en cantidad global, (pero no per cápita) y si hablamos de producción, de acuerdo con OIV, en 2016 la producción de vino en Francia superó en más de 100 veces a la de México y fue casi el doble de aquella de Estados Unidos.

Todas estas cifras nos dicen varias cosas. En primer lugar nos informa sobre la accesibilidad del vino y cuánto estaría dispuesto a pagar el consumidor por una botella de vino. En segundo lugar, la rentabilidad de producir vino (por ejemplo, en México, el costo de cada botella de vino está compuesto en buena medida – alrededor de 40% – por los impuestos que debe pagar). Luego entonces el vino no solamente no es parte esencial de la cultura y de las tradiciones, sino que además resulta ciertamente costoso.  

En resumidas cuentas y como he afirmado en semanas anteriores, el vino mexicano tiene el potencial de competir con los mejores del mundo debido a su calidad. También dijimos que la ausencia de regulaciones mejor determinadas es bueno y malo, porque si bien los estándares de producción todavía no están definidos, los productores tienen creatividad y libertad de acción; pero entonces ahora habrá que analizar si la producción de vino en México es rentable y lo complicado que ha resultado estimular su consumo en nuestro país debido al precio (y eventualmente considerar si la exportación sería la ruta siguiente). En cualquier caso el futuro del vino mexicano y del consumo de vino en general en nuestro país es un tema fascinante. Habrá que beber más vino, y si es mexicano, mejor.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @BeyondTheGrapes

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