Opinión

El Valle de Guadalupe

Esta es la primera entrega de mi Ruta de los Vinos 2021.
viernes, 25 de junio de 2021 · 14:37

Amante del Buen Comer®

¿Cuántas veces hemos visto, en las películas, el cliché romántico de una buena vista, con una buena compañía y un buen vino? ¿Cuántas veces no nos han ilusionado en las revistas con las vistas de la Toscana Italiana o Burdeos en Francia como un “must to have”? ¿Cuántas veces nos han dicho que una buena velada siempre trae un buen vino?

México tiene la bondad de contar con casi todos los climas del mundo y eso le ha dado el privilegio de contar con paisajes maravillosos, tierras fértiles y ambientes majestuosos. Aunado a ello, nuestro tema cultural e histórico ha puesto en nuestro país cosas inimaginables y magníficas, como el único castillo en América en medio de un parque citadino (Chapultepec); un mundo surrealista en medio de la zona selvática (Xilitla), y; como es de lo que les hablaré hoy, una producción de vinos, originalmente para fines eclesiásticos, que hoy se ha vuelto un referente de nuestro país.

Si bien la primera casa vitivinícola de México está en Parras, Coahuila (Casa Madero), la zona de mayor auge de producción de vinos en México está en Baja California, en la zona denominada “El Valle de Guadalupe”. Esta zona fue establecida por los dominicos como parte de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe del Norte, allá en la época de la colonia, y abarca el Valle de San Antonio y los valles de Ojos Negros, Santo Tomás, San Vicente, La Grulla, Tanamá, Las Palmas y San Valentín. Por su extensión, es solo un tercio más pequeña que el Valle de Napa en California, EEUU y su clima es muy similar al del suroeste francés.

La boda de un querido amigo me llevó a este maravilloso y único destino mexicano. Cuatro días de beber, comer, platicar y disfrutar, fueron suficientes para quedar enamorada de este paraíso y tenerlo en la lista de “lugares a volver” más pronto de lo que pensaba. Si bien fueron pocos días, visitamos un montón de grandes lugares gracias a que contratamos a @tours_al_valle_de_guadalupe quienes nos armaron una agenda buenísima (con auto, reservaciones y sugerencias incluidas) y nos atendieron de lujo. Así pues, esta es la primera entrega de mi Ruta de los Vinos 2021.

Pero antes de hablar de los vinos, una vez que uno llega a la Baja hay algo que es imperdible para los que nos declaramos amantes del buen comer®: los tacos de langosta. Sabiendo esto, nuestra primera parada (literal bajando del avión) fue en Villa Ortega’s, famoso restaurante en el trayecto de Tijuana a Ensenada donde el plato estrella es este delicioso crustáceo, acompañado de arroz rojo casero, frijolitos para untar en una deliciosa tortilla “sobaqueada”. Si bien los del centro del país les decimos tacos, los peninsulares lo comen pellizcando la carne de la langosta con un pedazo de tortilla (no enrollado como tal).

Decantos vinícola. Con una vista privilegiada al Valle, Decantos abre sus puertas a sus comensales ya sea en su gran jardín con vista directa a los viñedos o en su restaurante donde uno puede deleitarse también con la vista, sus vinos (nuestro favorito ahí fue maceración carbónica) y unos platones de quesos bastante correctos para acompañar el momento.

Adobe Guadalupe Winery. Famoso por sus vinos con nombres de arcángeles (Uriel, Miguel, Gabriel, Kerubiel, Serafiel y Rafael) y su mezcal (Lucifer), personalmente mis favoritos fueron aquellos con nombres de seres importantes en mi vida: Serafiel (o Serafín) y Miguel. La Hacienda donde se encuentra es preciosa y permite pasar un rico momento ante la degustación.

Bodegas Magoni. Si bien no estaba en el plan original, un espacio abierto entre reservaciones nos permitió deleitarnos con los vinos de esta Bodega. Aquí mi favorito fue su vino blanco Savignon Blanc.

Bodegas de Santo Tomás. La vitivinícola más vieja del Valle y seguramente conocida por muchos de ustedes, abre sus puertas únicamente con reservación para degustación o evento. En nuestro caso optamos por la degustación, acompañada de una vista inigualable a las vides con sus racimos a punto de su cosecha. Su delicioso Savignon Blanc también fue degustado y empaquetado para venir a casa.

Rancho Viñas del Tigre. Tuve la oportunidad de conocer este hermoso rancho porque la boda fue precisamente en este viñedo familiar. Con una espectacular vista y una decoración preciosa, disfrutamos del evento acompañados de una cena deliciosa y los vinos de la casa Constantino, Rosé y un Gin acullá, todos ellos exquisitos.

Me quedo cortísima con las palabras para describir estos lugares y vaya que todavía me faltan otros tantos lugarsazos que espero disfruten tanto como yo. Así que, con copa en mano, esperen a la próxima reseña donde habrá más de vinos, pero también de alimentos.

¡Salud!

Amante del Buen Comer®

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @adelbuencomer
 

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