Opinión

El mando militar de la Guardia Nacional y el miedo a la militarización

No hay que temer a que la Guardia Nacional se adscriba a la Secretaria de la Defensa Nacional.
jueves, 24 de junio de 2021 · 08:55

Durante la conferencia matutina del pasado 15 de junio el presidente López Obrador señaló que busca impulsar una reforma constitucional sobre la Guardia Nacional con el objetivo de que el mando de esta institución sea militar y que además sea adscrita a la Secretaria de la Defensa Nacional. Será presentada ante la Cámara de Diputados en 2023.

En una de mis colaboraciones pasadas, mencioné que más que militarización López Obrador continuaba la misma estrategia de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto de emplear a las Fuerzas Armadas en funciones de Seguridad Pública, sin embargo, las acciones posteriores del presidente han demostrado que su visión se encamina a emplearlas en muchos más ámbitos.

Hoy las Fuerzas Armadas se encargan de la construcción de infraestructura, de la estrategia de vacunación COVID 19, del control del sistema de aduanas, de la administración de los puertos, entre otras, además de la Seguridad Pública.

Desde una perspectiva simple, parecería que la militarización en nuestro país es una realidad, sin embargo, el concepto mismo entraña elementos mucho mas complejos que el empleo de las Fuerzas Armadas en funciones en las que normalmente no tienen participación. Uno de ellos es la participación de la milicia en la política, situación que actualmente hoy no ocurre en México.

La función tradicional de la milicia es la Defensa Nacional porque desde que los Estados existen se han dado disputas entre ellos, primero de orden territorial y luego de orden político, justo como Carl Von Clausewitz definió en su tratado sobre la guerra “La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios”. Estos otros medios son precisamente, el empleo de la capacidad militar de un Estado.

Para fortuna de la humanidad, luego de dos guerras atroces, la Diplomacia desarrolló su potencial y se convirtió en uno de los elementos para dirimir los desacuerdos e inclusive las disputas entre Estados. Se crearon organismos internacionales como escenario para resolver diferencias, lo que en el largo plazo ha tratado de evitar tanto como es posible, el inicio de conflictos armados. A veces han tenido éxito y desafortunadamente en otras ocasiones, no.  En todo caso, esta evolución, sumada a la consolidación de Estados democráticos, con sistemas de partidos medianamente estables y con instituciones vigilantes de la democracia sólidas, han provocado que la tradicional función de Defensa de las Fuerzas Armadas ya no resulte única y exclusiva y que tampoco sea la única razón de su existencia.

Para el caso de México, una de las principales funciones en las que participa el Ejercito, Marina y Fuerza Aérea fuera de la Defensa es la de Protección Civil. Inicialmente su participación en esta función se dio a través del Plan DN-III que en el sitio web de SEDENA se define como “Instrumento operativo militar que establece los lineamientos generales a los organismos del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, para realizar actividades de auxilio a la población afectada por desastres de origen natural o humano, optimizando el empleo de los recursos humanos y materiales para su atención oportuna, eficaz y eficiente; apoyando además, en la preservación de sus bienes y entorno”. Millones de mexicanos pueden dar fe de la eficacia y eficiencia del Ejército y Marina en este rubro

En 1985 luego del terremoto, el Ejército mexicano participa en la creación del Sistema Nacional de Protección Civil, que inicialmente estaba bajo la responsabilidad de mandos militares pero que el día de hoy es una instancia completamente civil.

La participación de las Fuerzas Armadas  en esta función se da a través del Plan DN-III que en el sitio web de SEDENA se define como “Instrumento operativo militar que establece los lineamientos generales a los organismos del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, para realizar actividades de auxilio a la población afectada por desastres de origen natural o humano, optimizando el empleo de los recursos humanos y materiales para su atención oportuna, eficaz y eficiente; apoyando además, en la preservación de sus bienes y entorno”. Millones de mexicanos pueden dar fe de la eficacia y eficiencia del Ejército y Marina en este rubro.

En el sexenio de Enrique Peña Nieto las Fuerzas Armadas mexicanas incursionaron activamente en Operaciones de Mantenimiento de Paz. En épocas anteriores sólo habían participado como observadores, ahora los militares mexicanos ya participan operativamente. Son los “cascos azules” mexicanos.

Las Fuerzas Armadas Mexicanas tiene en su ADN la lealtad y el amor a la patria. Como institución leal, tienen como consigna fundamental la cumplir las órdenes del Mando Supremo: el presidente de la República. Desde luego la lealtad se transmite y se asimila en toda la jerarquía de las Fuerzas Armadas. Son leales desde el cabo hasta el general de división.  Es justamente la lealtad de la que considero que el presidente López Obrador se ha valido para involucrar a las Fuerzas Armadas en tareas en las que probablemente no deberían participar, provocando un fuerte desgaste en la relación entre la población mexicana y nuestros soldados. Por lealtad las Fuerzas Armadas han evitado poner un límite a su uso desmesurado por parte del presidente.

El presidente durante su etapa anterior al cargo que hoy detenta se basó en creencias e ideologías anti Fuerzas Armadas. Para el entonces candidato, ellas son “el elemento represor del Estado”, son los violadores sistemáticos de los Derechos Humanos, si por él hubiera sido, las hubiera desaparecido. Todo esto lo pensó y lo dijo en función de su ignorancia sobre lo que son las Fuerzas Armadas, sus funciones, sus principios y doctrina. Ante el desconocimiento de su razón de existir.

Ahora que el presidente ha visto de primera mano lo que son las Fuerzas Armadas desde dentro y que ha comprobado su solidez, capacidad. Ha comprobado que no son los represores y violadores de Derechos Humanos que creía. Ahora hace un empleo desmesurado de ellas, sin visión estratégica, sin una lógica del tipo de país que quiere lograr, sin comprender cuáles son sus funciones; y las Fuerzas Armadas, por lealtad cumplen lo que el Mando Supremo ordena.

El presidente ha obligado a las Fuerzas Armadas a llevar sobre sus hombros una carga muy pesada, la de la Seguridad. Les ha causado un gran desgaste en la relación con el pueblo mexicano, en como las perciben, poniendo en peligro la confianza que en ellas tienen muchos mexicanos al asignarles más funciones que deberían ser cumplidas por sus secretarías de Estado.

No hay que temer a que la Guardia Nacional se adscriba a la Secretaria de la Defensa Nacional. Yo me atrevo a poner las manos en el fuego por las Fuerzas Armadas. La lealtad que tienen al pueblo mexicano y a la patria hará que, aunque tengan más funciones y no atiendan a un mando civil, sigan siendo los garantes de la democracia, del Estado de Derecho y del respeto a los Derechos Humanos, porque esta es su razón de existir, en estos pilares se sustenta la doctrina de las Fuerzas Armadas mexicanas del siglo XXI.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @GNava1980

 

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