Opinión

El vocabulario del vino II

Abordare una segunda parte del vocabulario del vino, con términos que son también frecuentes.
jueves, 20 de mayo de 2021 · 07:17

La semana pasada describí algunos de los términos más frecuentes que se utilizan en el mundo del vino y que muchas veces nos generan dudas o confusión y aunque los escuchamos muy seguido, la realidad es que a veces es difícil saber exactamente a qué nos referimos. Los términos descritos anteriormente fueron: terroir, azúcar residual y bouquet. Ahora bien y como lo comenté en dicha entrega, en esta ocasión quiero abordar una segunda parte del vocabulario del vino, con términos que son también frecuentes.

Comenzaré hablando del corcho (pero no del que sirve para cerrar la botella, sino del concepto). Veamos: ¿hemos estado alguna vez en algún restaurante y que alguno de los comensales regrese la botella de vino al mesero porque “tiene corcho”? ¿Qué significa eso? Cuando decimos que un vino “tiene corcho”, estamos hablando de una falla (las hay varias) del vino. En el caso del “corcho”, esto significa que un vino está afectado por la presencia de un compuesto llamado TCA (Tricloroanisol) que se encuentra en el corcho mismo (en muy raras ocasiones) y que provoca que el vino sepa como “cartón mojado” o “sótano húmedo”. Si bien en el pasado esta falla era más común, actualmente es raro encontrarla en los vinos de hoy en día (pero sucede). En ese caso decimos que el vino “tiene corcho” y es una causa válida para regresar una botella en un restaurante. Muchas personas lo utilizan como sinónimo de otras fallas que puede tener un vino (por ejemplo, que está oxidado, o bien que tiene un olor a vinagre o a barniz de uñas, etc.). La realidad es que el “corcho” solamente se aplica a este compuesto (TCA) y con la práctica es fácil de distinguir; de igual manera, como resultará evidente, si la botella no fue cerrada con corcho sino de otra forma (por ejemplo, con taparrosca), entonces, no podrá tener esta falla que estamos describiendo (y tampoco estará exenta de las otras).

El segundo concepto del que quiero hablar es de la barrica. ¿Cuántas veces hemos también escuchado que la gente se refiere a la “barrica” que cierto vino puede tener? En realidad cuando nos referimos a la barrica, estamos hablando del aroma que la madera de esta le imprime al vino durante el proceso de añejamiento. Estos aromas corresponden a vainilla, humo, especias, clavo, etc. Si estos aromas están presentes en el vino, de forma genérica la “barrica” se hará evidente. Aunque debemos recordar que muchos productores prefieren utilizar tanques de acero o concreto para no alterar el sabor original del vino, o bien, barricas que han sido usadas previamente en varias ocasiones y que por ende, ya no imparten ningún tipo de sabor en el producto terminado.

Finalmente el último concepto del que quiero hablar es sobre los taninos. Estos son compuestos que se encuentran en la piel, semillas y tallos de las uvas y generan una sensación astringente en la boca. Cuando bebemos un vino tinto, por ejemplo, sentimos que se nos seca la boca y ello se debe a los taninos. Una manera de suavizarlos es mediante la oxigenación (decantando el vino) o bien, maridándolo con alimentos que contengan lácteos o carne. De esa manera la sensación astringente será menor. Entras otras, esta es una de las razones por las que decantamos una botella. Otras razones son para permitir que el contacto con el oxígeno exprese mejor los aromas de la bebida.

¡Nos leemos la próxima semana! Y mientras tanto, disfrutemos vinos sin “corcho”, con “barrica” y con “taninos suavizados...”

 

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @fedeling

 

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