Opinión

Defensa del voto: de la necesidad a la falacia

Desde el presidente hasta Mendieta, pasando por Salgado, un gran número de los morenistas han buscado la forma de violentar las leyes.
martes, 18 de mayo de 2021 · 16:57

Hay una frase atribuida a Tucídides, el antiguo historiador griego, que me parece totalmente vigente para los tiempos electorales tan polarizados que vivimos en México: “La historia es un incesante volver a empezar”.

La construcción de la democracia en México ha sido, en gran medida, la historia de la lucha para lograr el respeto al voto de la ciudadanía por parte de los poderosos. Por décadas, desde la sociedad civil, un conjunto de personas de todas las ideologías y posiciones políticas emprendieron la titánica tarea de transformar un sistema de partido hegemónico en una democracia electoral, abriendo la posibilidad a la diversidad y la pluralidad, imperfecta pero real, expresada a través de los sufragios depositados en las urnas.

Me acuerdo de algunas anécdotas que circulaban en mi familia, entonces altamente activa en la tarea de democratizar a México. Por ejemplo, cuando dos de mis tías, representantes de partido ambas, lograron evitar el voto priista de muertos vivientes en su casilla durante la elección de  1988, al detectar que el padrón electoral que gobernación les había proporcionado incluía a los habitantes de dos edificios que habían colapsado durante el terremoto, tres años antes.

Poco a poco el contexto de la defensa del voto pasó de una gesta personal convencida de la democracia y el valor del voto a establecer una institucionalización que buscaba, por medio de medidas y mecanismos de seguridad cada vez más refinados y costosos, combatir los vicios del autoritarismo priista.

La credencial para votar, los padrones con fotografía, la inclusión de representantes de partidos para registrar la evolución del proceso de votación en las urnas, una cadena de custodia apoyada en elementos de las fuerzas armadas, reglas precisas sobre la validez de cada voto emitido, las mesas de casilla conformadas solamente por ciudadanos encargados de recibir y validar cada voto son algunas de las cosas que aseguran hoy en día que el voto de cada mexicana y mexicano será respetado y tendrá influencia en los resultados.

La defensa del voto, durante el priato, fue la forma de reducir poco a poco la desventaja de las y los ciudadanos ante los abusos del poder, logrando castigar el mal desempeño de los representantes y gobernantes. Fue el arma principal contra el autoritarismo, un arma necesaria para democratizar a México.

Por esto mismo me llamó atención cuando, hace unos días, leí en Twitter el llamado de parte de Abraham Mendieta, el asesor español que inició en el grupo parlamentario de Morena del Senado sus actividades políticas en México y que durante la campaña ha desplegado una profusa actividad política en redes y en campo a favor de ese partido y sus candidatos, en el que proponía la creación de brigadas en defensa del voto.

Tras esto me quedé pensando, ¿qué motiva a defender el voto actualmente?, ¿por qué se necesitan brigadistas de un partido específico?, ¿tiene que ver con la narrativa de la permanente victimización y el complot del presidente o tiene objetivos mucho más preocupantes? Y estos son algunos puntos que me saltaron:

La ilegalidad como estandarte de “lucha” 

Desde el presidente hasta Mendieta, pasando por lo bovinos Salgado, un gran número de los morenistas “mas visibles” han buscado la forma de torcer o violentar las leyes, incluyendo la constitución. Los argumentos son plenamente subjetivos, argumentando que “la justicia” se encuentra de su lado. Curiosamente, esto lo hacen a pesar de ser contrario a lo que su movimiento y líder pedían durante su etapa como opositores. Y esto justifica lo que sea: incumplir las normas de fiscalización; que el presidente se arroje poderes metaconstitucionales que tanto criticara a sus predecesores y se transforme en gran elector; amenazas de muerte e intentos de modificar la ley electoral en un período que no es permitido son algunos ejemplos de esta estrategia.

Los ciudadanos de primera y segunda, versión MORENA. – De acuerdo con lo que esta convocatoria deja entrever, hay ciudadanos de primera y segunda. Están los buenos, dispuestos a formar grupos de choque e intimidación (porque no se entiende la convocatoria desde otra óptica) para el día de las elecciones. Por el otro lado están los malos, esos que se sentarán todo el día y ejercerán su deber cívico para que sus conciudadanos emitan sus votos y que, desde la visión de Mendieta, seguramente son traidores, neoporfiristas y fifís que contarán siempre los votos mal y en contra del líder bienamado. Esos no merecen su respeto, hay que vigilarlos.

De la forma en que seguramente piensa de los observadores electorales ciudadanos e internacionales, incluso de los representantes de casilla de MORENA, mejor ni hablamos.

La posibilidad de la anulación por violencia política. - ¿Para qué crear un grupo de “observación y defensa del voto” que pueda ser usado como un grupo de choque? Aquí cabe la vieja cita, “si sacas un revolver es para usarlo”.  Si se logra que se anulen, por la causal que sea, el 20% de las casillas entonces se puede revocar una elección. ¿Debo decir más?

Desdeñar la lucha histórica de la ciudadanía. – Consistente con el discurso presidencial, en el que la democracia-libertad de prensa-legitimidad del gobierno, entre otras cosas, nunca existieron antes de 2018 o son calificados como simulaciones que deben de ser derruidas y reconstruidas como parte de la supuesta transformación, la propuesta de las brigadas de choque desdeña las acciones y el trabajo de generaciones de mexicanos que lucharon por que el voto de cada uno tuviera verdadero impacto pues si no lo vigilan y dirigen los “verdaderos mexicanos”, entiéndase los militantes de MORENA, nada es válido.

Todo lo antes señalado muestra que, para el gobierno actual y sus voceros como el mencionado Mendieta, se entiende el voto de forma semejante a lo que ocurría la época de las presidencias imperiales priistas. El voto no se ve como una conquista y el derecho de la ciudadanía sino como una herramienta para imponerse en el poder y nada más.

La defensa heroica del voto del pasado ha sido tergiversada y manipulada a conveniencia de la nueva mafia del poder (que incluye a muchos de la antigua), convirtiéndose en una más de las artimañas del gobierno actual, la cual se envuelve en el oropel de una lucha transformadora pero que realmente solo es una falacia más. Volvemos al eterno comenzar.

#InterpretePoltiico

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @HigueraB

 

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