Opinión

La corrupción mata y ya estamos hartos de repetirlo

La línea 12 de Metro nació como una promesa de conexión y movilidad para el oriente de la metrópoli, sin embargo, este proyecto ha sido tortuoso desde su origen.
lunes, 10 de mayo de 2021 · 17:52

Parece maldición que cada sexenio nos enfrentemos a una tragedia que marque a toda la gestión, tal y como lo han hecho en nuestra historia: Aguas Blancas, Acteal, Zongolica, Ayotzinapa, Guardería ABC y San Fernando, por hablar de algunas. Muchas han sido ocasionadas por la intervención de instancias de seguridad como el ejercito o la policía, pero ¿qué pasa cuando no parece tan obvia la responsabilidad del Estado?

Lo que el sistema político ha acostumbrado en estos casos es sancionar a los operadores directos, a los policías, soldados, servidores públicos que firmaron y/o autorizaron, pero como todos sabemos, la responsabilidad no se limita al operador directo, en un país tan burocratizado sabemos que la orden vino “de más arriba”.

El 3 de mayo pasado la Ciudad de México presenció un evento traumático y doloroso para los que habitamos esta urbe. Desafortunadamente, tuvimos que ver un accidente de proporciones descomunales donde al momento se contabilizan 26 fallecidos y más de 70 personas lesionadas.

Por sus características de suelo y el volumen de su urbanización construir un metro de Metro en la ciudad resulta muy oneroso y requiere de alianzas de los tres órdenes de gobierno, fondos y créditos nacionales e internacionales. Es por esto, que en las últimas décadas se han visto más líneas de Metrobús que de Metro. La línea 12 de Metro nació como una promesa de conexión y movilidad para el oriente de la metrópoli. Sin embargo, este proyecto ha sido tortuoso desde su origen, primero marcado por la falta de conocimiento sobre el terreno y recursos, obviamente la corrupción y discrecionalidad, así como la urgencia de que se terminara y fuera visible antes de que concluyera el mandado de Marcelo Ebrard.

Una vez más, la prisa por estar en la foto les ganó al presidente Calderón y al jefe de gobierno Ebrard, le ganó a la revisión exhaustiva de la línea. En la burocracia es más que conocida la idea de es mejor ser oportuno que hacerlo de calidad y eso pasó. Con esto no culpo a ninguno de los dos personajes de lo sucedido en la estación Olivos, pero tampoco los eximo de su responsabilidad política, ya que desde su inauguración se reportaron al menos 63 fallas.

Así como tampoco excuso a Mancera que tuvo en sus manos una revisión detallada de la línea en el 2017 después de que presentó desniveles y fallas estructurales en otros tramos afectados por el terremoto y menos a Sheinbaum que mantiene vivo con alfileres al sistema del Metro. Aunque tampoco deslindo a las legislaturas del congreso local que tuvieron en sus manos la fiscalización política, financiera y procedimental, pero la convirtieron en un trámite político de pesos y contrapesos de corrientes internas en el poder.

¿Qué tal van a dormir después de esto?, ¿habrá justicia?, ¿habrá justicia social y se ofrecerá transporte público seguro y de calidad para esa zona de la ciudad?, ¿viviremos lo suficiente para ver una disculpa pública?, ¿dejaremos de pensar que el reclamo de justicia es sólo un ardid partidista?

Las preguntas seguirán algún tiempo sin respuesta, mientras se reintentará instalar una normalidad en la zona, frente a la frustración, el miedo y la impotencia de ver que desde un principio lo importante era tener un resultado político y no transportar a la población del oriente de la Ciudad.

Sin rendición de cuentas, otra vez, estamos sujetos a revivirlo, a volver a decir que la corrupción mata y es tan poderosa que hasta puede matar a la justicia.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @P_Mancebo

 

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