Opinión

Reflexiones en torno a las violencias y los cambios

Ellas y otras tantas más han evidenciado lo obvio: necesitamos re-educarnos y re-construir un mundo donde las mujeres no sean asesinadas.
jueves, 8 de abril de 2021 · 15:12

El mundo, pienso y quiero creer, está pasando por un proceso de reconfiguración económica, social e ideológica. En algunos lados están girando a la derecha, otros no han abandonado las dictaduras y algunos más están tirados al centro. La izquierda en algunas partes se consolida y en otras se desmorona.

Y a nivel mundial vivimos una oleada verde/morada que exige despenalizar el aborto, acabar con la violencia de género que sufren las mujeres, erradicar los feminicidios, cambiarnos el chip por uno más empático, humano y equitativo. En otras palabras, erradicar el machismo.

Plumas como Jazmina Barrera, Brenda Lozano, Brenda Navarro, Gabriela Jauregui, Cristina Rivera Garza, Margo Glantz, entre otras voces, están a poniendo los puntos sobre las íes a través de la literatura. Y en artes plásticas o visuales Lourdes Grobet o Magali Lara llevan rato haciéndolo. Mujeres que con arte y palabra han cuestionado los roles tradicionales de la mujer, han revindicado y reconocido otros roles no tan aceptados por la sociedad. Ellas y otras tantas más han evidenciado lo obvio: necesitamos re-educarnos y re-construir un mundo donde las mujeres no sean asesinadas por ser mujeres, donde compitan a la par con cualquier hombre por un alto puesto, donde la diferencia de salarios no tenga que ver con el género y donde los libros, las pinturas, las puestas en escena y demás productos artísticos, culturales o mercantiles no sean calificados o vistos de distinta forma por el hecho de haber sido realizados por mujeres.

Lo que soy, mucho de lo que soy (positivamente hablando): se lo debo a las mujeres que me han rodeado, pues me hicieron un ser bastante sensible. Mucho de lo que no soy y no quise ser: se lo debo a todos los compañeros, conocidos y familiares que con sus comportamientos invitaron a elegir ir a contracorriente. Y mucho de los traumas que cargué y cargo: son culpa de un sistema machista, sin dudas.

Yo, como muchas otras personas, fui educado bajo modelos opresivos y enfocados a evidenciar los errores y lo mal que uno hace las cosas, habrá quienes digan que ese tipo de formación les hizo las mujeres y hombres de bien que ahora son. Mi educación primaria fue un colegio lasallista donde estaba permitido que las profesoras y profesores te aventarán gises, el borrador o te pegarán con el metro para reprimir tu mal comportamiento, si reprobabas te regañaban y abucheaban públicamente y si salías bien te aplaudían, vivías amenazado de tener un buen comportamiento porqué: tres reportes igual a una raya en el boletín, tres rayas igual a una expulsión momentánea y tres expulsiones igual a baja definitiva de la Institución. Nunca se te enseñaba a comprender, sólo a memorizar para el examen. Se te nombraba por número de lista y si no atendías se te reprendía por apellido, el nombre no existía. Básicamente, la unicidad e individualidad no existía.

En ese Colegio nunca fui de todo aceptado por no tener buenos promedios y por no vestir con la ropa de marca que todos usaban. Luego me cambié a otro colegio donde me detestaban por ser “ñoño” o “nerd”. Y en mi educación preparatoria, bajita la mano era tachado de “mujeriego” por ser muy amigo de mis compañeras (incluso por las mismas mujeres). Básicamente, hombres y mujeres pensaban que si invitaba a una amiga a mi casa era porqué buscaba tener sexo con ellas. El hombre es un animal que sólo piensa en sexo y no más. ¿Cuántas veces no han oído eso? ¿Quién lo repite más: mujeres u hombre? En mi experiencia: mujeres sentencian y hombre lo presumen y asumen.

Y, básicamente, siempre he tenido problemas con las novias en turno; pues yo nunca he pensado que el sexo tenga que ser lo principal en una relación. Desde mi perspectiva hay otras cosas más importantes que el sexo. Incluso, puedo pasar años sin novia ni pareja sexual ni nada y no siento que sea el fin del mundo.

En fin, con el transcurrir de los años me propuse alejarme de toda relación amistosa, laboral u amorosa que representará una lucha de poder o un querer imponerse por encima del otro, anular al otro. Eso, desde mi perspectiva y experiencia es una forma muy velada de violencia.

Viendo el panorama mundial y nacional, los golpeteos de unos contra otros, me pregunto:

¿Si uno viene huyendo de un sistema opresor y violentador, éste se elimina con anulación, opresión y violencia al otro?

¿La mejor forma de conservar “el poder” es señalando a los otros, desde el poder; a pesar de que eso fue lo que uno criticó toda la vida y se viene huyendo de eso?

¿Si “x” me violenta, yo tengo derecho de violentar a “y” para exigir erradicar esos actos de violencia?

¿Si “x” cree cierta cosa -que históricamente llegó al país a través de conquista y violencia- es correcto que yo quiera imponer mi ideología porqué creo que es la correcta y la que todos necesitan?

¿Por qué mis ideologías son las correctas y no las del otro?

¿Si exijo que respeten mi forma de ser, pensar y actuar; tengo derecho a obligar a otros a que cambien su forma de ser, pensar y actuar?

Son dudas que me han nublado la mente todos los días.

Probablemente soy un romántico, un ingenuo o un iluso. Pero creo que el camino para re-configurarnos debe ser otro. La mal llamada revolución mexicana no generó ningún cambio positivo ¿o sí?, sólo un cambio de roles. Se fueron unos apellidos del poder, para llegar otros; pero los pobres siguieron siendo pobres. En América latina se han tirado dictaduras para imponerse otras. Ergo, las guerras, las violencias no han generado cambios reales. Y los muertos, los afectados son de la sociedad nunca de los que están el poder.

La re-configuración, creo, debe venir a nivel formativo y educativo. Necesitamos construir, desde casa y la escuela, una ciudadanía más humana, empática y conocedora de sus derechos y obligaciones. Necesitamos generar ciudadanos apegados a las artes, pues está comprobado que éstas contribuyen a la sensibilización del ser humano.

Y necesitamos exigir que las autoridades estén a la altura de las circunstancias y necesidades de la sociedad en plural. Se deben crear leyes que protejan a todos sin distingo de creencias, ideologías y género e identidad sexual. Necesitamos un país laico y con piso parejo en lo económico y social para todos.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @AlfiePingtajo

 

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