Opinión

La falsa idea de la privacidad

Los algoritmos necesitan límites y de que merecemos la privacidad y la intimidad. Necesitamos instrumentos que protejan nuestra privacidad ¡ya!
martes, 20 de abril de 2021 · 18:18

En 2009 se dieron reformas constitucionales en favor de la protección de los datos personales, de acuerdo a lo que nos dijeron que pasaría, tendríamos la posibilidad de ejercer nuestros derechos ARCO (acceso, rectificación, cancelación y oposición). Cuando en aquellos años nos dijeron que nuestras libertades se verían fortalecidas por la defensa de nuestra privacidad creíamos que íbamos en el camino correcto.

El problema es que ese derecho nació chueco y difícilmente se va a enderezar a nuestro favor. Cuando se hizo la primera Ley de Protección de Datos en Posesión de Particulares tomaron dos decisiones que desde mi perspectiva redujeron la protección de datos al nivel anecdótico. El primer error fue dejar el derecho a cargo del INAI, esto implicó que el creciente derecho a la información pública se viera limitado en sus recursos y operación. Segundo, fue que la Ley no contempló los datos de las sociedades de crédito (bancos y Buró de Crédito), lo que llevó a que siguieran las llamadas hasta entradas horas de la noche o de la mañana y con una retransmisión de datos más que desprolija.

De ahí a la fecha, la protección de datos en manos de particulares ha tenido remaches, pero nunca nada de fondo. A los usuarios se les invita a leer los avisos de privacidad y a rechazarlos aún cuando eso les cueste quedar a fuera de los servicios que se ofrecen. Deje a un lado la idea perder el Facebook, piense en que si no está de acuerdo con el aviso de privacidad del zoom no pueda usarlo en las juntas de su trabajo.

El asunto de la privacidad en México no alcanza para las versiones simples de control en la recolección de datos, ya no piense en las formas complejas en que las empresas toman “información con fines comerciales” como las aplicaciones que escuchan conversaciones o las que encuentran palabras claves en los chats. La potencia de los algoritmos nos deja indefensos frente a la idea de que es una necesidad comercial.

¿Será solución renunciar a toda tecnología? Parece que por el momento lo es, pero en realidad solo es una de las formas que tiene el gobierno para evidenciar su incapacidad regulatoria. Esto pasa en México y en todo el mundo, algunos más avanzados algunos menos, pero necesitamos comenzar la conversación de que los algoritmos necesitan límites y de que merecemos la privacidad y la intimidad.

México no tiene una tradición alrededor de la protección a la privacidad o a la identidad si se piensa que la Ley General de Población está incompleta en sus capítulos de identificación de personas, si la CURP no termina de ser la llave universal para el acceso a la identificación y si no tenemos un instrumento ad hoc para la identificación.

Porque la credencial de elector no es un documento de identificación, es usado y reconocido como documento de identidad por ahí en un transitorio de la Ley de Población, pero en México no tenemos un documento de identidad generalizado. Hay tantos absurdos, que durante mucho tiempo para los menores de 18 años los certificados de educación básica se consideraron documentos oficiales de identidad.

La idea de la privacidad no se basa en la desproporción de recolección de información en manos del gobierno, como ahora se quiere hacer con el registro de dueños de número celular. La protección a los datos personales se construye desde la identificación, la cadena de custodia y la proporcionalidad a manos del individuo, no a manos de quienes recolectan los datos, ya sea gobierno o empresas privadas.

Lo que está sucediendo es muy grave y deja a las personas a merced de autoridades y particulares. No basta con negarse a entregar la información, necesitamos instrumentos que protejan nuestra privacidad ¡ya!

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @P_Mancebo

 

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