Opinión

La economía que viene

El FMI y el Banco Mundial, así como en diversos documentos de trabajo, dibujan un cambio de timón a las viejas convicciones privatizadoras y promotoras de los mercados deshumanizados.
martes, 13 de abril de 2021 · 14:51

Hablar del Consenso de Washington en 2021 es peligroso, porque tiende a establecer una sobre simplificación de políticas económicas que tuvieron distintos alcances y efectos a lo largo de todo el mundo, si bien puede observarse un núcleo duro ideológico en todas ellas. La expresión se utilizó, durante las últimas 4 décadas, para resumir la visión de los Estados Unidos e Inglaterra, permeando al Fondo Monetario Internacional y al resto de los prestamistas a gran escala: era necesario que el Estado dejara de ser un ente activo en la producción de bienes y servicios, por lo que apremiaba una privatización agresiva de todos los sectores; además, había que tener un régimen fiscal benigno hacia las grandes corporaciones y fortunas, puesto que los impuestos elevados eran en detrimento del crecimiento económico de las naciones, y lejos de fomentar la justicia social, generaban falta de competitividad y corrupción.

En suma, mucho menos Estado y mucho más mercado, pues este era el único mecanismo eficiente de distribución de los bienes en una sociedad. El derecho debía ser, en todo caso, un andamiaje que incentivara este objetivo económico fundamental, por lo que debía desterrar, en lo posible, la progresión de los derechos sociales universales y los impuestos redistributivos. Como sabemos, este plan se llevó a cabo, sobre todo en los países periféricos o emergentes, mientras que muchos países ricos mantuvieron, cuando les convino, un modelo de intervencionismo estatal y distribución imperativa de la riqueza (me refiero por ejemplo a los países escandinavos, y hasta cierto punto la Europa continental, Nueva Zelanda o Canadá). Hoy es también conocimiento común que el modelo neoliberal fracasó, pues el crecimiento mundial fue mediocre en el mejor de los casos, la desigualdad aumentó a niveles nunca antes vistos, y cada vez más países vieron su suerte decidida por organismos financieros internacionales, haciendo irrelevantes los procesos democráticos mediante los cuales cambiaban de gobiernos, porque estos últimos no podían hacer gran cosa cuando llegaban, al ser la política macro económica “intocable”.

Por eso es una sorpresa que en las últimas participaciones el FMI y el Banco Mundial, así como en diversos documentos de trabajo, se dibuje un cambio de timón a las viejas convicciones privatizadoras y promotoras de los mercados deshumanizados. Se establece la prioridad de que los países gasten lo que sea necesario, con las consecuencias deficitarias del caso, en sus sistemas de salud y educación, pues es un gasto - dicen - cuyo valor en el largo plazo se justifica plenamente. Puede ser que, así como ocurrió en el viejo consenso de Washington, los financieros estén haciendo eco de las prioridades estadounidenses, pues Joe Biden pretende instrumentar un paquete de gasto de casi dos trillones de dólares para recuperar la economía, haciendo a su vez una especia de “New Deal”, como el de Franklin Roosevelt. Eso traería de vuelta al Estado de Bienestar, si bien en una manifestación moderna con implicaciones difíciles de prever. Falta que el FMI dé el siguiente paso y modifique sus políticas de crédito y pago para países pobres y emergentes. Eso revelaría una verdadera transición de economía neoliberal a economía solidaria, pero se ve improbable.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @AnaCecilia_Rdz

 

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