Opinión

En el país del gasto de bolsillo en salud

Vacunar a los médicos del sector privado resulta primordial, más allá de la diversidad de riesgos que enfrentan con sus pacientes.
martes, 13 de abril de 2021 · 14:51

La pandemia de la Covid-19 no ha hecho más que recordarnos constantemente que el sistema de salud está más que rebasado. Con base en datos de la OCDE, 4.13 pesos de cada 10 que se usan en la salud provienen de los particulares, para ponerlo en contexto, en Francia es 0.77 de cada 10, en Canadá 1.4 de cada 10, en Colombia 1.5 de cada 10 y en Chile 3.4 de cada 10, inclusive en Turquía, que en muchos sentidos se parece a México, los particulares gastan 1.69 por cada 10.

El gasto de bolsillo en salud es un indicador que nos aproxima a las debilidades de los sistemas de salud de los países. En la práctica, se observa como la parte en que los particulares pagan por los deducibles de sus primas de salud en las que se cubre un buen porcentaje, pero hay una cierta proporción que tiene que asumir el particular. Otra forma de gasto de bolsillo son los limitantes de las coberturas que pueden establecer montos máximos de tratamiento o gasto y finalmente, la más común es cuando no se tiene acceso a servicios médicos y tratamientos por lo que asumen de su presupuesto la cobertura del gasto.

En México el gasto de bolsillo en salud se traduce en lo que desembolsamos en los dispensarios médicos de las comunidades, en el médico de farmacia, en los tratamientos, inyecciones, etcétera. Esto, para muchas familias en medio de la emergencia por la Covid se ha traducido en que los que enferman vayan con los médicos de sus comunidades, desembolsen el gasto de los medicamentos y hasta la búsqueda de oxígeno o las terapias para recuperar la capacidad pulmonar. Inclusive, la salud mental es un asunto que está por fuera de la mayoría de los sistemas y es asumido por los particulares.

En nuestro país se tiene muy normalizado que las personas ocupen unilateralmente el gasto de dentista, optometría, nutrición, psicología y padecimientos comunes porque hay cierta idea de que ese tipo de atención es superficial. De la mano a la idea de que es superficial, hay un sesgo clasista alrededor de estos servicios médicos, en el que si bien es cierto quienes más ingresos tienen más acuden a estos servicios, el gasto en anteojos o dentista se vuelven ineludibles para quienes los necesitan.

Con base en cifras del Censo 2020 una tercera parte de la población se atiende con recursos privados, 13% de la población acude a consultorios de farmacia y el 16% a servicios privados, las otras dos terceras partes son afiliados a la seguridad social (IMSS, ISSSTE) y al INSABI. Los datos que arroja el Censo solo muestran una parte del origen de este gasto, porque las razones del gasto de bolsillo pasan desde la falta de afiliación, hasta por inmediatez o falta de cobertura en medicamentos y materiales como pasa en múltiples servicios públicos.

Si a este panorama, le agregamos la precarización del trabajo de los médicos, en términos de que muchos no cuentan con salarios dignos, viven subcontratados entre distintos regímenes y tienen escasas oportunidades de profesionalización y especialización hace que un buen número de médicos se encuentren en la diversidad de precariedades de la práctica privada.

Vacunar a los médicos del sector privado resulta primordial, más allá de la diversidad de riesgos que enfrentan con sus pacientes, vacunarlos significa una forma de reconocimiento social sobre su labor en la salud pública. Vacunar médicos privados, no es un lujo, es una protección a la línea silenciosa de batalla contra la Covid.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @P_Mancebo

 

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