Opinión

Hasta que la justicia y la paz se besen

Alzamos la voz contra el gobierno actual que prometía una transformación izquierda incluyente y democrática pero que ha actuado con centralización y la protección de quienes violentan a las mujeres.
martes, 9 de marzo de 2021 · 10:31

Esta semana, no celebramos. Esta semana conmemoramos la lucha de nuestras antecesoras por condiciones más dignas. Incomodamos, y lo seguiremos haciendo, con la verdad y con la falta de justicia ante la violencia -en todas sus facetas- que lacera la equidad que las mujeres merecemos. Esta semana arrebatamos la lucha que a pesar de ser usada por los partidos políticos, las empresas y personalidades; es nuestra lucha como mujeres.

Esta semana alzamos la voz contra el gobierno actual que prometía una transformación izquierda incluyente y democrática pero que ha actuado con centralización y la protección de quienes violentan a las mujeres. Porque es una burla que se hubiese prometido una estrategia de paz nacional que poco ha atendido la justicia, la verdad, la memoria y la retribución que merecen Karina, para Danny, para Judith, para Sara, para Tamara, y las once mujeres que matan cada 24 horas en nuestro país. Porque mientras se ha construido una política exterior feminista, la política interna parecería representar al dicho “candil de la calle y oscuridad de la casa” en cuanto a la protección social de las niñas, jóvenes y mujeres adultas.

No podemos quedarnos calladas cuando se denuncia a un acosador que quiere ser gobernador y nos responden con los mismos muros que le critican a nuestros “vecinos del norte”. No podemos estar en silencio cuando, al transformar un muro de miedo en un muro de memoria, se responden con “balazos y no abrazos”. No es posible hacer caso omiso de la impunidad que quienes perpetran la violencia contra las mujeres, mientras se aplica el rigor de la ley” a quienes buscan a sus hijas, sus hermanas, sus madres, sus amigas; o a quienes quieren decidir por ellas mismas qué hacer.

Se alza la voz por las que se han ido y que hoy nos faltan, todas las que hemos sufrido por de las violencias directas, estructurales y culturales. Aunque haya cierto progreso las cifras escalofriantes que tienen que ver con la violencia ejercida durante la pandemia, la falta de representación política, las brechas salariales, las limitaciones crediticias, los derechos laborarles, la violencia sexual por parte de gente cercana, las desigualdades nos revelan que seguiremos incomodando hasta que la dignidad se haga costumbre.

No nos quedamos calladas porque son pocas las mujeres que no han experimentado violencia. Porque se nos han querido decir qué hacer y cómo comportarnos. Porque no se entiende el tener que mandar tu ubicación en tiempo real a tus círculos cercanos a manera de prevención…

Y si se alza la voz es porque buscamos acciones que construyan; porque nos hemos encontrado hermanas con las que compartimos la misma causa y hombres con quienes se puede deconstruir y dialogar. Porque aunque las figuras políticas son las que se ven, la construcción de paz y justicia comienza desde las ideas, palabras y acciones de todos días.

Se alza la voz, porque como la esperanzadora imagen de Andrea Murcia, queremos ver a las mujeres de hoy, las que crecen y las que vienen como personas libres y dignas. No podrán detener esto; no nos detendremos hasta que la justicia y la paz se besen; que la verdad brote de la tierra y que la justicia nos mire del cielo.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @LaniAnaya

 

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