Opinión

El INE y el llamado al fuego

La oportunidad de la ciudadanía de intervenir en la vida pública es consecuencia de ese modelo que el INE protege, instrumenta y articula.
domingo, 28 de marzo de 2021 · 21:14

El modelo democrático mexicano que conocemos y gozamos ha tenido en el IFE / INE un baluarte institucional del sistema político nacional.

La alternancia en los tres niveles de gobierno durante los últimos treinta años, la representación de la pluralidad nacional, la posibilidad de que distintas fuerzas políticas dialoguen y decidan sobre el presente y el futuro del país, la oportunidad de la ciudadanía de intervenir en la vida pública son, entre otras, consecuencias directas o indirectas de ese modelo que el Instituto Nacional Electoral protege, instrumenta y articula.

Convocar y organizar a la sociedad mexicana cada tres años para hacerla partícipe de las decisiones que tomarán las y los electores, así como el trabajo de generación de conocimiento, fomento y difusión de la propia democracia, constituyen de igual modo una parte central del trabajo de una institución de tal arraigo que el documento de identificación más difundido y utilizado en México es la credencial para votar.

Por esa suma de razones, a las que sin duda podrían añadírsele muchas más, resulta de enorme preocupación cuando un grupo político reclama un modelo distinto de democracia en el que el INE debe desaparecer.

Si prescindimos del Instituto, ¿qué ponemos en su lugar?

No hay una alternativa clara en la propuesta que han hecho diversos voceros del Presidente, el propio López Obrador y los principales liderazgos de Morena en el Poder Legislativo.   

Se ha tratado simplemente de descalificar a la institución que organiza las elecciones que se realizarán en tres meses.

La saña con la que se arremete contra el INE no solo resulta indignante e ingrata frente a la labor de millones de ciudadanas y ciudadanos durante las últimas tres décadas, sino que desestabiliza al propio sistema político en sus cimientos.

Y el móvil que anima y que origina ese embiste tiene que ver con la aplicación de la ley que hace el INE ante los registros de precandidatos y candidatos: en esa rendición de cuentas que no se ajusta al modelo de la voz única sino que exige cumplir una normatividad ideada para que los recursos provenientes de las y los mexicanos se utilicen para aquellos fines que son destinados.

Desdén ante las decisiones de la autoridad electoral.

Desdén ante la ley y la rendición de cuentas.

Que Morena convocara a sus huestes a manifestarse frente al INE, como respuesta ante la decisión de quitar al impresentable Félix Salgado Macedonio la candidatura a gobernador a causa de haber violado la ley, puede ser la raíz de futuras convocatorias, esas que llaman a desconocer resultados electorales válidos, a deslegitimar instituciones, a ir cancelando poco a poco la vida democrática.

Es el sello lopezobradorista: si la ley prohíbe lo que quiero hacer, hago tambalear al sistema para cumplir mi capricho, para imponer mi voluntad, aunque no sea mayoritaria.

Y si bien el llamado convertir en cenizas el INE no va acompañado de una propuesta o alternativa, es claro que el modelo que busca instalarse está dispuesto a transgredir la ley con tal de cumplir la voluntad del presidente.

Un modelo dispuesto a hacer del anuncio de las 200 mil muertes por Covid19 un espectáculo en torno a la figura opaca de un servidor público venido a más.

Un modelo que arremete contra las voces críticas y hace del enfrentamiento público, de la bravata demagógica y la polarización las bases de una estrategia comunicativa, de un modelo de gobierno y de una actitud frente al adversario político, que llama a la invisibilización y descalificación de todo aquello que no sea él mismo.

Esas son las señales que advierten el modelo que busca “surgir de las cenizas del INE”.

Y quien habla de cenizas, habla de incendiar.

En la berlinesa Bebelplatz de la Universidad von Humboldt donde Hitler quemó los libros que consideraba “incorrectos”, un poema recuerda que “Ahí donde se comienza por quemar libros, se termina por quemar personas”.

Invocar al fuego es una señal peligrosa de la descomposición del debate público incitado desde la Presidencia de la República, una nueva manifestación del desprecio por la ley y las instituciones, una advertencia que no debe pasarse por alto.

Defender al INE y a la democracia que permite la alternancia, que es fruto del trabajo pasado y frente de generaciones, es deber de todas y de todos: responsabilidad personal y colectiva frente al bien común que representa una institución clave en la protección de los derechos políticos de mexicanas y mexicanos.

             

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @altanerias

 

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