Opinión

Necesitamos feminismo en la atención en salud

Las mujeres al ser las principales usuarias de los servicios de salud continuamente se enfrentan a descalificaciones médicas de cara a sus sensaciones y síntomas.
martes, 16 de febrero de 2021 · 17:04

Con base en datos del Censo 2020 recientemente publicados por el INEGI, poco más de 7 de cada 10 personas en nuestro país están afiliadas a algún sistema de salud. Esto es una buena noticia si pensamos que estar afiliado puede ser una oportunidad para mejorar el estado de salud de las personas.

Sin embargo, las diferencias entre hombres y mujeres tienen varias manifestaciones sociales y biológicas. Algunas de las sociales es que las mujeres asisten con mayor frecuencia a servicios de salud, dado que parte de la socialización masculina implica que los hombres no se enferman dado que es considerado como debilidad. Esto también explica que al final de la vida los hombres tengan menor detección de enfermedades crónico degenerativas, por ejemplo.

De entre las diferencias biológicas tenemos algunas vinculadas con la longevidad, algunos expertos explican que las hormonas y la constitución de los cuerpos influyen en que las mujeres vivan más años respecto a los hombres. Diferencias que también resultaron importantes en contagio y sobrevivencia de la Covid 19.

En México el acceso a atención médica especializada es sumamente limitado, un ejemplo es que en 2017 la UNAM publicó que en nuestro país solo existían 401 geriatras certificados, y un estudio publicado en La Gaceta Médica de México de 2018 señala que hay 119 especialistas por cada 100 mil, de los cuales, por cada mujer especialista, 1.7 era varón, en resumen, casi dos a uno.

Los expertos desde hace años señalan que México tiene un déficit de médicos de especialidad, muy por debajo de los indicadores internacionales. La Covid 19, ha dado muestras claras de esta falta de médicos y que se agrava en los contextos rurales dado que los especialistas se concentran en las zonas urbanas.

A la par de que nos faltan especialistas, aún persisten violencias en la práctica médica, empezando por la falta de información clara y precisa de los padecimientos, tratamientos, riesgos y consecuencias. En muchos casos el acceso a expedientes es limitado, la información no está en lenguaje accesible al paciente, entre otros.

Las mujeres al ser las principales usuarias de los servicios de salud continuamente se enfrentan a descalificaciones médicas de cara a sus sensaciones y síntomas.

Terreno fértil, por ejemplo, para que las mujeres sufran esterilizaciones forzadas, tratamientos invasivos o tratamientos que generan consecuencias irreparables a lo largo de la vida.

En los últimos años se ha hablado de violencia obstétrica, dado que instituciones públicas de salud han incrementado sus quejas frente a descalificaciones médicas durante el parto. Las mujeres no son consultadas de sus dolencias, de sus necesidades o sobre sus expectativas después del parto.

La violencia es solo una parte de la violencia ginecológica que padecen las mujeres. Esta violencia pasa también cuando a las mujeres les “recetan” pastillas anticonceptivas frente a cualquier padecimiento hormonal, descalifican sus incomodidades y/o necesidades frente a los tratamientos ginecológicos, además de la falta de información sobre los riesgos y consecuencias por el consumo de hormonas y medicamentos en el largo plazo.

No basta con que las mujeres tengan acceso a servicios de salud, o con que se promuevan más especialistas, se necesita reducir la violencia ginecológica de forma estructural. Una parte importante está en los programas de educación sexual que se deben recibir en las escuelas, pero otro también está en incluir perspectiva de género en la formación médica.

Una medicina con perspectiva feminista es la invitación a conocer las necesidades de las pacientes, a escuchar síntomas, a comprender las características físicas de cada persona. La medicina en ese sentido, tiene que convertirse en una herramienta para la salud, no para la toma de fármacos.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @P_Mancebo

 

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