Opinión

¿De dónde viene la lealtad de las Fuerzas Armadas?

Este breve recorrido histórico, sobre la evolución de la dinámica militar, que inicia en el siglo XIX no es lejano de nuestros días, y por el contrario, su importancia y vigencia es más que tangible.
domingo, 14 de febrero de 2021 · 08:43

Las inestabilidades políticas del México del siglo XIX llegaron a su fin con la llegada de Porfirio Díaz al poder. Contrario a lo mucha gente cree,[1] Díaz no militarizó al país, sino que lo desmilitarizó, y al mismo tiempo, creó un moderno aparato burocrático civil. Su experiencia militar le indicaba que una parte de la estabilidad de su gobierno dependería de limitar la acción de otros militares que estuvieran inconformes con su mandato.

Utilizó diversas fórmulas para conseguir este propósito, como darle mandos regionales y gubernaturas al personal de alta jerarquía, pero la principal fue la educación militar. Al reformarla,[2] Díaz se aseguró de que las nuevas generaciones de Oficiales egresaran con un mayor sentido de institucionalidad y lealtad a su figura. Al estallar la Revolución Mexicana en 1910, la rápida descomposición del régimen porfirista dejó vacíos de poder que fueron difíciles de llenar y que alargaron la lucha armada. Así como ocurrió una buena parte del siglo XIX, las figuras militares caudillistas y sus facciones que se disputaban el poder, se volvieron factores de inestabilidad que debían ser controlados.

El primer intento serio para conseguir esto lo llevaron a cabo el Presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928) y su Secretario de Guerra y Marina, el General Joaquín Amaro, y lo hicieron con las mismas fórmulas que utilizó Díaz: gestión política y educación militar. La primera a través del Partido Nacional Revolucionario, y la segunda, que con el tiempo fue la más importante, reformando la educación militar. [3] El objetivo era el mismo que motivó a Díaz, que las nuevas generaciones que formarían las modernas Fuerzas Armadas Mexicanas,[4] egresaran con lealtad a una persona que en sí misma personificaba una institución: el Presidente.

Conforme se les fue otorgando cargos políticos a los viejos caudillos, se desactivaban los peligros de levantamientos armados. Aún así, en 1938 se dio el levantamiento del General Saturnino Cedillo, y en 1940, la violenta campaña electoral por la Presidencia, en la que el General Manuel Ávila Camacho derrotó al también General Juan Andreu Almazán, estuvo a punto de terminar en un nuevo levantamiento. Estas inestabilidades sin duda influyeron en la decisión que tomó Ávila Camacho de separar a los militares del partido oficial al iniciar su mandato. Esto marcó un antes y un después en la relación que el poder, desde su aspecto político, había mantenido con las fuerzas militares la mayor parte del siglo XIX y lo que iba del XX. Otro cambio llegaría al final de ese sexenio, cuando Ávila Camacho le entregó el poder a Miguel Alemán Valdés (1946-1952), quien sería el primer presidente civil de la posrevolución.

La educación en los cuerpos militares fue una forma muy efectiva de cimentar la subordinación, obediencia, lealtad y respeto a quien ocupara la Presidencia. Así, el control de las Fuerzas Armadas recayó en una sola persona, el Presidente, quien además de disponer de ellas, podía regular la forma en que los cuerpos castrenses se vinculaban con la sociedad civil.

Este breve recorrido histórico que inicia en el siglo XIX no es lejano de nuestros días, y por el contrario, su importancia y vigencia es más que tangible. La dinámica militar que estableció el General Amaro con sus reformas hace casi un siglo, y que antes fueron implementadas por Díaz, son las que siguen rigiendo el comportamiento de las modernas Fuerzas Armadas frente al Ejecutivo Federal. La lealtad institucional diseñada por Amaro no era hacia una persona en particular, sino a la institución presidencial y a la persona que ocupara ese sitio durante seis años. Este modelo fue muy útil para pacificar al país después de la Revolución porque desactivaba la posibilidad de insurrecciones militares, pero también dio pie a que se abusara de él.

Con la llegada de Fox, la presidencia cambió de color, pero muchos gobiernos estatales seguían bajo dominio priista. Los gobernadores pusieron obstáculos para cooperar con la federación en temas como la seguridad. Los acuerdos políticos sobre los que se había construido la seguridad pública durante el priismo, más que sobre procuración de justicia y policías profesionales, no resistieron la falta de cooperación. Entonces Fox utilizando su cargo de Comandante Supremo, envió a las Fuerzas Armadas a las primeras acciones de combate a la delincuencia.[5]

Al llegar Felipe Calderón y ser señalado por fraude electoral y con una legitimidad cuestionada, optó por una acción sin precedentes: ordenó que las Fuerzas Armadas salieran masivamente a combatir el crimen organizado. Esta decisión tuvo detrás una lógica mercadológica. Al tener las Fuerzas Armadas un alto nivel de aprobación entre la población civil[6] se pretendió “transferir” parte de esa aprobación de los cuerpos militares al Presidente,[7] lo cual se consiguió.[8] Con Enrique Peña Nieto (2012-2018) el escenario no cambió mucho. Después de él, el actual Presidente Andrés Manuel López Obrador, ha llevado al extremo el abuso de la lealtad, obediencia y respeto militar al poder civil, al adjudicarle a los cuerpos militares tareas muy alejadas de sus funciones constitucionales.

Como se podrá ver, el actual tema de militarización y militarismo[9] en el México del siglo XXI, guarda una profunda relación con la historia de cómo se conformaron educativa y políticamente las Fuerzas Armadas a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX. Esta historia, en la que es central la lealtad militar a la institución presidencial, es una pieza clave en cómo entender y atender el problema. Es notoria la ausencia de esta perspectiva histórica en las múltiples aproximaciones y estudios que hay al respecto, que en su mayoría, se enfocan en lo ocurrido del 2006 a la fecha. Incorporar esta noción histórica es fundamental para resolverlo.

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[1] Germán Martínez Cázares, “Militarismo, AMLO y Madero,” Reforma, enero 21, 2021, https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/preacceso/articulo/default.aspx?__rval=1&urlredirect=https://www.reforma.com/militarismo-amlo-y-madero-2021-01-21/op197852?referer=--7d616165662f3a3a6262623b727a7a7279703b767a78--.

[2] Véase Luis Medina Peña, “México: una modernización política tardía e incompleta” en Erika Pani (ed) Nación, Constitución y Reforma, 1821-1908. México, CIDE-FCE-INEHRM-Fundación Cultural de la Ciudad de México, 2010, pp. 21-61.

[3] Véase de Martha Beatriz Loyo, “Las reformas militares en el periodo de Plutarco Elías Calles, 1924-1928,” en El Ejército Mexicano, 100 años de historia, Javier Garciadiego, coordinador (México: El Colegio de México, 2014), 384, y Joaquín Amaro y el proceso de institucionalización del Ejército Mexicano, 1917-1931. Miguel Ángel Porrúa editor. Segunda edición ­–no venal– 2010. 195 p.

[4] Fuerzas Armadas comprende a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), conformada por el Ejército Mexicano y la Fuerza Aérea Mexicana, y la Secretaría de Marina-Armada de México (SEMAR). En México ha existido una confusión permanente entre Ejército (SEDENA) y Marina (SEMAR). Ambas son secretarías de Estado separadas e independientes entre sí, pero a su vez dependientes del Ejecutivo Federal. No obstante, durante mucho tiempo comúnmente se le había llamado «Ejército» a la totalidad de las Fuerzas Armadas, sin distinción entre instituciones. En los últimos años se ha conseguido una diferenciación entre ambas, sin embargo este error aún persiste en varios sectores, incluso el académico.

[5] Benítez Manaut, Raúl, “La crisis de seguridad en México,” Revista Nueva Sociedad, No 220, marzo-abril de 2009, 86.

[6] Véase: “Confianza en las Instituciones,” Consulta Mitofsky,

http://amai.org/datos_files/NA20040419_ConfianzaInstit.pdf.

“Confianza en las Instituciones,” Parametría,  http://www.parametria.com.mx/carta_parametrica.php?cp=94.

[7] Alejandro Juárez Ascencio, “La lógica detrás de policías no profesionales,” Animal Político, octubre 31, 2017,  https://www.animalpolitico.com/el-dispensario-dialogo-sobre-drogas/sometiendo-gobernadores-la-logica-detras-policias-no-profesionales/.

[8] Véase: “País mal, Presidente bien ¿Paradoja mexicana?,” Pulso mercadológico, octubre 2009, http://www.pulso.com.mx/userfiles/pulso/file/pais_mal,_presidente_bien_pdf.pdf, y “Evaluación de gobierno 2006-2012,” Parametría, http://www.parametria.com.mx/carta_parametrica.php?cp=4407 de final del sexenio de Calderón.

[9] Para diferenciar militarismo de militarización, véase: Daira Arana, Lani Anaya, “De la militarización al militarismo,” Nexos, noviembre 16, 2020, https://seguridad.nexos.com.mx/?p=2350.

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