Opinión

Bajo la misma tormenta, aunque remando en diferentes barcos

Las brechas de desigualdad nos revelan que mientras en los países de ingresos altos el 67.3% de la población se encuentra completamente vacunada, por el contrario los países de ingresos bajos cuentan con solo el 2.9%.
domingo, 5 de diciembre de 2021 · 21:08

Justo cuando creíamos que estábamos por salir de esta pandemia, la variante omicron ha llegado para “bajarnos de la nube”. Este acontecimiento vuelve a sacudir a la humanidad y a replantear las estrategias para abordar la actual crisis.

La pandemia puede ser una cuestión global, que aunque se ve como una “tormenta” que afecta a todas las personas, es necesario recalcar una vez más que no estamos remando bajo las mismas condiciones ni contextos. Nos encontramos en un momento en el que se replantean preguntas sobre las vacunas, ya sea en cuanto a su acceso y obligatoriedad. Las brechas de desigualdad nos revelan que mientras en los países de ingresos altos el 67.3% de la población se encuentra completamente vacunada y que han comenzado con una tercera dosis de refuerzo; los países de ingresos bajos sólo cuentan con 2.9% de personas en el mismo estado. Adicionalmente, a modo de reflexión, algunos de esos mismos países de ingresos altos cuentan con sectores poblacionales que están en contra de la vacuna y que mencionan que su obligatoriedad sería un atentado a sus garantías mientras que algunos epidemiólogos temen que de no vacunarse, el virus seguirá mutando al punto de que las vacunas actuales se verán reducidas en su capacidad de protección.

Las desigualdades existentes nutren y se ven nutridas con las noticias acerca de la variante omicron, llamada así para evitar que las personas piensen que es un virus nuevo o que se confunda con el presidente actual de China. Aunque la variante se haya registrado en Sudáfrica, se ha confirmado que ya había registros en Europa, por lo que aislar con restricciones de viaje y la señalización de la región como la “causante” de esta nueva ola sólo demuestra la falta de empatía y solidaridad en un reto de magnitudes globales.

Más allá de coincidir o no en estos discursos que oscilan entre posiciones tan diversas, es evidente que continuamos no sólo repitiendo, sino aumentando las brechas desiguales que ya existían desde antes de 2020. Las respuestas de los gobiernos y sus instituciones se encuentran con niveles cada vez más complejos; sin embargo, tanto el virus como las posturas mencionadas siguen vigentes e impactan las decisiones y los posibles escenarios a nivel político, económico, social y ambiental, por mencionar algunos.

Aunque los países opten por medidas “desesperadas” como el confinamiento que protege físicamente a las personas hasta cierto punto, existen otros efectos sociales, macroeconómicos, de bienestar y de índole ambiental ante las incertidumbres. Ejemplos de ello son como las limitadas libertades de expresión, la depreciación de las monedas, las caídas de las bolsas de valores, el acceso a servicios de salúd física, la atención a la salud mental así como las escasas estrategias de residuos derivados de la pandemia. Estamos ante una ola de la misma tormenta; sin embargo, no podemos decir que remamos en el mismo barco.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @LaniAnaya

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