Opinión

El juego de las corcholatas

Para como van las cosas, se ve muy difícil que Sheinbaum soporte el desgaste del ejercicio del poder en un país donde el canibalismo político es una costumbre.
domingo, 3 de octubre de 2021 · 17:11

En México ya comenzó el juego de las corcholatas; es decir, la competencia entre todos aquellos que buscan la candidatura a la presidencia de la República para, en el 2024, suceder en el puesto a Andrés Manuel López Obrador.

Ha sido el propio AMLO quien ha lanzado con fuerza a la mesa sucesoria a su corcholata favorita llamada Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), quien ha demostrado ser incondicional y obediente a los designios presidenciales.

Sheinbaum se convierte, por el momento, en la corcholata a vencer y ya, desde ahora, está siendo blanco de fuertes ataques a su persona y familia, provenientes no solo de la oposición, sino del “fuego amigo” de otros contendientes que también buscan la candidatura presidencial de Morena.

Faltan 3 años y, para como van las cosas, se ve muy difícil que Claudia Sheinbaum soporte el desgaste del ejercicio del poder en un país donde el canibalismo político es parte de los usos y costumbres tradicionales.

López Obrador ha decidido lanzarla al ruedo con las consecuencias que esto tiene. Ahora, la jefa de Gobierno tendrá que mantener el equilibrio entre su función de gobernante y de puntera aspirante presidencial.

Quizás con el destape prematuro de Claudia, el presidente quiere jalar la marca de medios y políticos para despistar y mover otras piezas conforme se vayan presentando las circunstancias en la segunda parte de su gobierno.

Y mientras eso ocurre en el terreno de la sucesión presidencial, la política real se dirime en el seno de ambas cámaras de Congreso de la Unión. Para nadie es un secreto que las decisiones que se tomen en el ámbito legislativo marcarán el rumbo de la proceso sucesorio y las posibilidades de que Morena se mantenga o no en el poder en los próximos años.

Para el presidente López Obrador la operación política se convierte en algo prioritario, ya que busca que algunas de sus reformas sean irreversibles para que se conviertan en la plataforma de lanzamiento de la continuidad de su proyecto político.

Y ahí debe echar mano de las habilidades del pastor de los senadores morenistas, Ricardo Monreal, quien tiene su propia agenda política rumbo al 2024. Monreal es un hábil y experimentado político que ya tiene perfiladas sus próximas jugadas de cara a la sucesión presidencial. El político zacatecano buscará llegar a Palacio Nacional con Morena o a través de otra fuerza política.

AMLO no quiere que Monreal sea su sucesor, pero lo necesita para que sus reformas pasen en el Senado. Así la paradoja del juego de las corcholatas.

Hay otros actores políticos relevantes, como el canciller Marcelo Ebrard, que también participan en el juego sucesorio. Ebrard no quiere quedar fuera del juego político y ha aprovechado el tema de las vacunas contra el Covid-19 para mantenerse bajo el reflector de los medios de comunicación.

Lo cierto es que el juego de las corcholatas está en marcha y la atención de todos, por el momento, está en lo que ocurre en el seno de Morena y los posibles aspirantes a la silla presidencial, de esa fuerza política.

En el bando opositor, es momento que no hay todavía un candidato o candidatos visibles que pudieran disputarle la presidencia a los morenistas. Más les vale que se vayan apurando, antes de que sea demasiado tarde.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @UZETASUM

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