Desempolvar el Turismo

Singapur, uno de los países mejor calificados por su manejo de la pandemia, ha  declarado que el COVID-19 no se erradicará por completo, sino que se convertirá en una enfermedad más con la que el ser humano coexistirá en el futuro. Eso sí, cada vez con menos riesgo de gravedad y letalidad, por fortuna. Es previsible que el mundo entero se resigne a este enfoque y eso obligue a reasignar prioridades y acciones. Uno de los tópicos que tanto gobiernos como bancos (centrales y de los otros) están desempolvando mientras esto sucede, es la reactivación económica de las actividades de interacción social y movilidad inevitables, esas que no pueden hacerse a distancia, y como primer lugar, el turismo.

La economía turística impacta significativamente el crecimiento económico tanto regional y nacional. Es un hecho que el turismo internacional conlleva resultados favorables para el desarrollo económico de largo plazo, por medio de la provisión de divisas, el estímulo de la inversión en infraestructura, en capital humano y en la competencia, así como por su impacto tangencial en otras actividades industriales  y, en consecuencia, en la generación de empleos e ingresos netos.  

Numerosos países han propiciado el aumento de divisas con el propósito de financiar sus importaciones y mantener el nivel de reservas de moneda extranjera. De hecho, la actividad turística ha contribuido a la balanza de pagos, calculada como porcentaje del total de las exportaciones (según estudios del Banco Mundial, Las Bahamas, Macao, Vanuatu y Samoa llegaron a un equilibrio en su balanza gracias, esencialmente, a que se volvieron atractivos para los viajeros internacionales).

Hoy sabemos que los Estados, y la sociedad en su conjunto, tiene la responsabilidad de articular soluciones para proteger la vida de las personas y también sus medios de vida, protegiendo todos los sectores económicos y comerciales que permiten la supervivencia de millones de familias. En ese sentido, debemos caminar hacia condiciones que hagan de todas las actividades que ponen comida en la mesa de los trabajadores, actividades esenciales. 

Por último, no está de más subrayar la importancia de concebir todos los tipos de turismo posible, que van mucho más allá del entretenimiento. Hay estados en el territorio nacional que por su ubicación geográfica son una magnífica alternativa para el turismo médico y de negocios, pues cuentan con hospitales y médicos de primera calidad, a precios mucho más accesibles que en las ciudades más costosas. Otros cuentan con centros de investigación y universidades reconocidas internacionalmente (pienso en Morelos), que hacen de una licenciatura o un posgrado, una inversión mucho más viable financieramente para mayor número de personas. Y en el turismo de eventos, cualquiera que haya ido a una boda en los jardines de ese mismo estado, sabe de primera mano las ventajas que puede obtener por una fracción del costo que en otras localidades, en términos de cantidad y calidad. No es especulación, es evidencia.

La salud sigue siendo el primer filtro para todo lo demás, eso es innegable. Pero dejar que las personas busquen su sustento en todo lo que sea lícito y productivo, es también indispensable. En suma, es hora de desempolvar y mejorar las estrategias para el desarrollo, en todos los flancos.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @AnaCecilia_Rdz

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