Opinión

Las vacunas servirán para ganar votos y hundir al contrario

Es previsible que el Programa Nacional de Vacunación se utilice para golpear a los adversarios, importando poco que de lo que se trate sea de la vida y la salud de los mexicanos.
lunes, 25 de enero de 2021 · 17:30

De ambos lados del espectro político, es previsible que el Programa Nacional de Vacunación se utilice como la utilería preferida para golpear a los adversarios, importando poco que de lo que se trate sea de la vida y la salud de los mexicanos, y de un parteagüas que definirá las formas de interacción social y los hábitos de consumo de las personas, al menos durante los próximos 10 años. Las celebridades de la era digital tienen un horizonte de vida político muy corto, y es poco probable que vean este tema más allá de su rentabilidad o sus riesgos durante el presente sexenio; para ellos incluso 2025 ya es como otro periodo geológico, que ni pueden visualizar ni sienten que les atañe.

Con lo expuesto quiero decir, en primer lugar, que los políticos de ahora son sobre todo celebridades, más que funcionarios públicos. Eso implica que el tratamiento que les da la opinión pública, y la conducta que se espera de ellos es similar a la de cualquier otro personaje de la farándula, y basta ver cómo se encuadró la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos. Era imposible saber si estábamos frente a una investidura gubernamental o en el medio tiempo de un Superbowl, con todo y números musicales.

Lo anterior es preocupante porque pienso que algunas fronteras se están borrando y las consecuencias pueden ser desalentadoras. La legitimidad política siempre ha sido factual más que jurídica, pero nunca había sido sinónimos de popularidad, como se entiende en la preparatoria o en en Billboard de canciones pop. Y hay una buena razón para ello: las decisiones de Estado no siempre son populares, ni agradables, ni placenteras. De hecho, si hacemos el ejercicio de revisar muchas decisiones que hoy son emblemáticas (el New Deal de FDR, la expropiación petrolera, la firma del TLC, hoy orgullo de la izquierda), nos encontraremos con un amplio vituperio y escepticismo por parte de la opinión pública de su tiempo.

Si el único indicador de desempeño para un político o una administración, es su nivel de popularidad, no solo están llenándose de puntos ciegos que les pueden cobrar la factura, sino que están confundiendo gobernar con entretener. Creo que ese es el mayor riesgo de seguir diluyendo la esfera de la política dentro de la esfera del espectáculo: el entretenimiento nunca está dispuesto a sacrificar aplausos presentes por sustentabilidad futura, no está en su naturaleza. Pero el gobierno tendría que estar dispuesto a eso (este gobierno federal, debo reconocer, actúa con lógica de largo plazo cuando rehúsa recurrir a un endeudamiento alegre, jolopista).

En suma, no tenemos los incentivos adecuados para que la clase política (empresarios incluidos) vean el tema de la pandemia como algo que los trasciende, como algo más que una oportunidad para hacer dinero con cubrebocas o con refrigeradores, para ganar votos y hundir al contrario en una alcaldía; en fin, para que vean esto como es, y no como ellos mismos son.

Esperemos escándalos, denuncias, teorías de la conspiración y pensamiento mágico de izquierda y derecha, además de las dificultades logísticas que implica inocular a 120 millones de personas en 2 millones de kilómetros cuadrados. Le deseo todo el éxito a las personas que intentarán ponernos las inyecciones en medio de todo ese chiquero.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @IsraelGnDelgado

 

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