Drogas: prohibicionismo vs. regulación

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En México, siempre ha existido en el seno de su sociedad, un conservadurismo extremo, arraigado en sus instituciones políticas, lo que ha llevado a que el Estado intente controlar esferas personales de la vida de sus ciudadanos, a través de políticas públicas. No obstante, también ha persistido una fuerte corriente que se ha opuesto a esta excesiva intromisión por parte del gobierno. Este dualismo, se ha hecho evidente en diferentes debates, incluido el tema de consumo de drogas.

La interminable discusión sobre las drogas ha girado en torno a sí deberían ser manejadas bajo lineamientos prohibicionistas o un régimen de control. En el caso de México, las políticas de prohibición que han persistido por tanto tiempo, y que no han logrado disminuir los índices de consumo de sustancias ilícitas, han resultado en la creación de grandes organizaciones criminales, una desbordante violencia y pérdida de vidas humanas, así como una reiterada violación a los derechos humanos en nombre de la guerra contra las drogas. Por otro lado, han ocasionado la corrosión de instituciones y servidores públicos, que se han coludido con el crimen organizado de manera funcional para el régimen, durante décadas.

Estas políticas antidrogas han sido basadas en la creencia de que la criminalización de los consumidores disuade de manera significativa el consumo. No es así. Existen estudios a nivel mundial y nacional que comparan el impacto de diferentes enfoques, desde ordenanzas severas, hasta esquemas de despenalización total de la posesión de todo tipo de drogas, y que demuestran que el impacto de la criminalización sobre los niveles de consumo es marginal.

Finalmente, es indispensable un nuevo paradigma en la política de drogas, que transite de la prohibición, a una efectiva prevención y eficaz regulación, que permita bajar los niveles de violencia y corrupción, limitando el poder del narcotráfico. Es necesario un nuevo modelo que ponga énfasis en advertir y proteger a las personas de los riesgos que implica el vínculo con la producción, la comercialización y el consumo de drogas, así como las consecuencias negativas en la salud, la seguridad y la economía de nuestro país.

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