Opinión

Los discursos crean realidades: Capitolio 2021

La toma del Capitolio es una muestra de los riesgos que se presentan cuando los dirigentes políticos toman actitudes extremas y centralizadas.
martes, 12 de enero de 2021 · 16:05

Twitter: @LaniAnaya

Apenas llevamos algunos días de este 2021 y de acuerdo con las tradicionales (y supersticiosas) cabañuelas, lo que sucede en la primera docena de días, puede ser una sutil predicción de lo que se vivirá en el resto del año. Lo sucedido la semana pasada en el Capitolio no es una buena señal; sin embargo, sería peor no profundizar en las significativas implicaciones de este suceso.

La toma del monumento legislativo nos muestra, en primer lugar, el poder de las palabras para ser tornadas en acciones. El discurso de Donald Trump previo a la reunión del Congreso anunciaba una llamada a la acción con símbolos violentos que invitaban a la a la lucha y la invitación a estar en el lugar y ser aguerridos. Comentó a sus seguidores que tendrían un “presidente ilegítimo” y que “pelearían valientemente”, pero que, además iba a acompañarlos en el camino al Capitolio. No obstante, eso último no sucedió durante los altercados posteriores al discurso.

La toma del Capitolio es una muestra de los riesgos que se presentan cuando los dirigentes políticos toman actitudes extremas y centralizadas en las que demuestran su poco interés por respetar las instituciones gubernamentales. El líder que deja la Casa Blanca en cuestión de días, ojalá para siempre, ha sido la prueba de que la repetición constante de discursos violentos ha creado una realidad preocupante. 

Donald Trump no ha llegado por sí solo a la presidencia ni es el único culpable de la presente situación. Parte de la sociedad norteamericana sigue y seguirá creyendo en la narrativa que se ha creado en los últimos años, aquélla que dice que su país va primero, que existen países en el tugurio, que los migrantes son los primeros culpables en el desempleo. Éstas y las ideas que se vieron tornadas en acciones son producto de una combinación compleja de la realidad entre las que destaca la falta de confianza en las instituciones, la constante alerta de la veracidad (o no) de los medios de comunicación, el sentimiento de amenaza de algunos grupos hacia los que son diferentes a ellos, e incluso las creencias en teorías conspiracionistas. Si bien es preciso señalar que la raíz de este evento es la punta del iceberg que tiene como base más de una variable, la perpetuidad de las narrativas violentas en el mundo-real y digital-, conlleva la gran posibilidad de que surjan más líderes de similar calibre.

También es de llamar la atención que lo sucedido en el Capitolio causa mayor conmoción internacional debido a la narrativa creada de EUA como un modelo de la democracia. No sé si lo más congruente sería llamarlo una posverdad; sin embargo, el país de la barra y las estrellas no podría tener ese título por algunas razones: Por un lado, la democracia norteamericana negó los derechos civiles de los afroamericanos hasta el movimiento de resistencia civil a mitades del siglo pasado. En otro matiz, los EUA, en segundo, este país ha tenido un rol debatible en diversos golpes políticos del mundo a lo largo de su historia.

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