Opinión

¿Qué dice la crisis de Estados Unidos sobre los tiempos que estamos viviendo?

En tiempos convulsos, son los ideales los que impiden que todo se derrumbe, sin embargo, en la era de la posverdad tenemos una crisis de estos.
lunes, 11 de enero de 2021 · 14:56

Twitter: @IsraelGnDelgado

No es un secreto para nadie que lo que sucede en Estados Unidos tiene importancia para el mundo, puesto que sigue siendo el país con la economía más grande del mundo (sí, incluso la economía china está sostenida por el consumo interno de los Estados Unidos), la principal potencia militar, y el país que más tiende a imponer su visión del mundo en la comunidad internacional, por las buenas o por las malas. Para México, el punto se magnifica por el asunto de la vecindad y permeabilidad económica, poblacional y cultural. Lo cierto es que, amenazas de muros y racismo aparte, ellos ya no pueden explicarse sin nosotros, y viceversa.

Si las denuncias de fraude electoral de un candidato perdedor y la toma de oficinas gubernamentales hubieran ocurrido en cualquier país latinoamericano (hasta en esos que se creen europeos), la nota hubiera pasado casi desapercibida en los medios internacionales. Un miércoles cualquiera. Pero Estados Unidos se precia de ser un referente mundial sobre muchas cosas, y en algunas de ellas tiene razón. Por ejemplo, son la brújula internacional de la estabilidad institucional y de la separación de poderes. Siempre es un buen ejemplo para explicar que hay asuntos partidistas y otros de interés nacional (basta ver lo homogéneas que se ven, desde fuera, las plataformas de ambos partidos, republicano y demócrata, en temas como la migración, la intervención militar y el narcotráfico).

Es a ese sistema político al que le aplica el poderoso gancho de Roberto Unger cuando se burlaba de que “el programa de la izquierda el día de hoy no es más que el mismo programa que el de la derecha, con un pequeño descuento humanitario”. La política puede verse desde 3 ópticas, no excluyentes, pero sí asimétricas, de modo que nuestra comprensión siempre tenderá a una más que a las otras dos: podemos creer que está basada en intereses, en instituciones o en ideales. La primera opción es muy popular entre los tíos borrachos y los expertos en teoría de juegos (¡todo, todo son intereses!). Lo malo es que es falsa. Si el mundo fuera un tablero de ajedrez, nos gobernarían los matemáticos. La segunda, es popular entre los abogados y los viejos (lo conservadores, en los países donde conservador no es un insulto). La tercera es popular entre adolescentes, demagogos y académicos que no se resignan a vivir con salario de académico. Pero todas las posiciones son útiles dependiendo de los tiempos[i]. En tiempos de normalidad, conviene un sano equilibrio entre la consecución de intereses y las instituciones, pues las segundas mantendrán a raya los abusos de los primeros. Pero en tiempos convulsos, son los ideales los que impiden que todo se derrumbe. Hoy, en la era de la posverdad, tenemos una crisis de ideales, así que habría que desempolvarlos (fraternidad, realidad, esas cosas). No le hagan caso al tío borracho; sí importan, y sí han mantenido el mundo a flote en los momentos más críticos.

[i] La idea es de Ian Shapiro, profesor de política de Yale.

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