Twitter: @P_Mancebo
No termina por desempacar este 2021 y ya tenemos las precampañas encima. Despertamos con alianzas kitsch —por decirlo elegantemente— donde se juntan el hambre y la necesidad de votos, con promesas fatuas de que estaríamos mejor con una u otra alianza. Lo que sí, es que ni antes estábamos mejor y los que están ahora no lo tienen nada mejor.
Ahorita están sonando los anuncios “para la militancia” de cada partido porque estamos en el momento de la precampaña, pero una vez que termine este periodo comenzará la lucha por ver quién tiene a los candidatos más ciudadanos, más “puros”, porque ya se dieron cuenta de que ser apartidista es mejor que ser militante.
Es que los partidos están en la campaña de productos milagro, del que promete hacerlo, del que promete lograrlo, inclusive de que se vean más “bonitos” para la población votante. Hace unos días vi un espectacular de un precandidato considerablemente blanqueado en una zona de alto nivel socioeconómico.
Así, los hacedores de comunicación y de campaña no han cambiado su estrategia en los últimos 30 años, siguen revendiendo Solidaridad con todo y basurita en el ojo como si los votantes tuviésemos amnesia, pero no, por eso la gente está cansada de la política, porque sí se acuerda.
De ahí que la promesa de candidatos ciudadanos parezca tentadora, porque parecen no maleados con la política, que escuchan, que serán más empáticos con las necesidades de la gente, pero al final terminan capturados por las burocracias partidarias y los expertos de la estrategia política.
Una política ciudadana debería arrancar con la posibilidad de que cualquiera de nosotros, de nuestros vecinos tenga la oportunidad de presentarte a un cargo de elección popular. En las letras parece que es así, pero la realidad sigue dando el monopolio de la participación a los partidos.
¿Entonces qué mecanismo deberíamos cambiar?
Desde mi perspectiva varios, uno es el de acceso a ciudadanos en verdaderas condiciones de neutralidad política, otra sería fortalecer la rendición de cuentas en los cargos de elección popular más allá de la reelección.
En esta elección podremos reelegir a muchas autoridades, lo que implicará evaluar si merecen otro mandado o no, pero más allá de eso, ¿tenemos información para evaluar su gestión? Entre más local podría ser más fácil, pero reelegir a un Diputado Federal que se ha perdido en la labor de 500 legisladores y que ha votado con su bancada sigue siendo una figura muy lejana de la comunidad.
A esta ruptura entre la comunidad y la aristocracia política de los partidos se suma la contingencia por la Covid-19 que provocará campañas electrónicas, de espectaculares y volantes por todas las calles. Escucharemos por ahí la voz de algunos si los vemos redes y estará en la curiosidad de cada ciudadano el conocimiento de sus discursos y posicionamientos políticos.
Ahora bien, conocer la agenda de cada legislador será minúsculo sobre el conocimiento de su comportamiento, porque todo depende de su campaña, de la sostenibilidad de la alianza y de lo que realmente puedan tener capacidad de hacer.
Votar en este contexto parece más un juego de suma cero en donde las autoridades nos invitan a cumplir con nuestra contraprestación ciudadana de votar, pero a la vez estamos alejados de la realidad política del juego político que tienen la 4T y los que dicen que Van por México.
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