Twitter: @abi_mt
El riesgo de hablar demasiado es que en algún momento las palabras se agotan, y al presidente se le agotaron las palabras en el peor momento: el informe presidencial.
Lo que vimos el martes fue un evento de lo más extraño. Vimos un discurso para el pueblo sin el pueblo, un reporte de resultados sin resultados, una “mañanera” sin denuncias y sin ánimo, un spot de propagada sin las nuevas frases pegajosas que el presidente acuña con gran facilidad. Vimos un discurso parco y muy corto, en comparación de alguna de las largas diatribas que realiza entre semana, pero con todas las frases hemos escuchado hasta el hastío. Vimos el discurso del “triunfo” de todo un sexenio en su segundo año de administración.
El informe también fue muy extraño por su absoluto desapego a la realidad. El discurso que dio el presidente pertenece al país que nos gustaría tener. En el país del discurso del presidente se superó la pandemia desde la perspectiva sanitaria y económica. En el nuestro, el número de muertes sigue aumentando alarmantemente cada día y nos encontramos en el umbral de una de las peores crisis de la historia. El discurso del presidente era para un país en el que miles de ciudadanos no tendrían que verlo desde su casa, prisioneros de una estrategia fallida, necia y por demás negligente ante una crisis que le tocó enfrentar y decidió delegar. De los muertos, parece que sólo le siguen interesando los de Calderón, porque a “los del COVID” (nunca de AMLO) sólo se les dedicó un minuto de todo el discurso. Adecuadamente, fue el minuto de silencio, pues no hay algo que pudiera decir que repare el daño de su ausencia.
En el país del discurso del presidente se ha moralizado la vida pública. En el nuestro, cada semana aparecen nuevos videos de políticos intercambiando dinero por favores, incluyendo a la gente más cercana de nuestro “impoluto” presidente. En el México del discurso ha habido grandes ahorros por la austeridad y el combate a la corrupción. En el nuestro, se tienen que hacer rifas para recaudar recursos para equipo médico, y se pide a los empresarios que entreguen por escrito su compromiso a comprar los boletos. En su México, la mayoría de los crímenes ha caído 30%, en el nuestro, usar el transporte público o simplemente ser mujer es rifarse la vida.
El país del discurso del presidente parece tener un gobierno militar, en el que todo se le agradece al Ejército, desde las obras públicas, la entrega de libros, la adaptación de hospitales, hasta las labores de seguridad pública, y en donde los únicos Secretarios de Estado que merecen ser mencionados por nombre son el de Marina y el de Defensa. En nuestro país… hacemos como que eso no importa.
Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc.