Opinión

Drogas: la tentación autoritaria

domingo, 20 de septiembre de 2020 · 23:17

Twitter: @jonasartre

Retomando la célebre entrevista realizada al filósofo Jaques Derrida en el año 1990: Las retóricas de la droga, señala que: las drogas y los conceptos que de ella emanan suponen un conjunto normativo de presupuestos, en los cuales se delegan premisas ético-políticas. En este sentido, los sistemas jurídicos locales han conformado un sistema paternalista, penalizador y en ocasiones autoritario que ha prohibido, normativizado y vigilado cuestiones como la libertad, el goce y los estados alterados de la conciencia, así como los desórdenes provocados por su consumo.

Por otro lado, lejos la cultura de drogas, el mundo de los usos y de los consumidores, lo cierto es que, los mercados de drogas ilícitas siguen siendo controlados por grupos criminales y estas premisas ético-políticas se han vinculado en la prensa, la política y los medios masivos como dominantes: por consiguiente en las retóricas de las drogas contemporáneas, lo “narco” se ha vinculado de manera poco objetiva delegando una relación de droga igual a delito.

Es por ello que, se permite la vulneración de los derechos humanos so pretexto de combatir los delitos contra la salud, o los posibles daños sociales que el consumo de drogas causa. Por ejemplo, la venta de drogas ilícitas o actividades fuera de las normas, de este modo se permiten o toleran los operativos especiales, por ejemplo dentro de las escuelas como: mochila segura, los llamados operativos rastrillo, las revisiones aleatorias a personas o a automóviles, incluso el uso de fuerza letal en contra de civiles.

Políticas antidroga

Por lo que se refiere al sistema político mexicano y en especial los gobiernos presidenciales de los últimos veinte años han transitado de regímenes de partido único y autoritario a sistemas de alianzas electorales con coaliciones amplias y participación ciudadana cada vez más intensa. Sin embargo, todos los presidentes y gobiernos han adoptado medidas unilaterales ante el control de las drogas, el caso más notable fue la llamada “guerra contra las drogas” o el crimen organizado llevada por Felipe Calderón.

Conviene subrayar que, a pesar de las promesas de campaña ofrecidas por la actual secretaria de gobernación respecto a una posible flexibilización de las leyes sobre cannabis, o los documentos publicados por agencias de salud respecto a las consecuencias nefastas del combate armado, todo ha sido letra muerta y la criminalización a los usuarios y persecución de los eslabones más débiles continúa. En este sentido, las últimas semanas ha circulado tanto en la prensa y en comunicaciones oficiales que, binomios caninos serán utilizados en el Metro de la Ciudad de México. Donde según reportes del periódico El Universal señalan que, los perros rastreadores detendrán personas sospechosas para con ello frenar la venta y consumo de sustancias ilícitas y también la venta ilegal de pirotecnia. Incluso en la misma nota se sugiere que hay una presunta presencia de integrantes del grupo criminal La Unión en las instalaciones.

Nadie duda de las buenas intenciones de la gestión de la seguridad en la ciudad y en el transporte público, pues según datos de la Encuesta Nacional sobre Victimización y Percepción del Delito 2020, señala que en 2018 se cometieron 9.4 millones de robos “asaltos” en vía pública o transporte público a nivel nacional, cuestión que debe atenderse con inteligencia policial, combate a la impunidad, fortalecimiento de la transparencia entre otros aspectos como la reinserción social.

Sin embargo, las medidas de contención como uso de perros rastreadores suelen ser poco efectivas para estos casos y por el contrario estigmatizan y criminalizan a las personas en posesión de pequeñas cantidades de drogas, fomentando un círculo perverso; la extorsión policiaca o en el ministerio público. Sin duda, el control de las drogas es un pretexto perfecto para la tentación autoritaria y el populismo punitivo.


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