Opinión

El gobierno hace agua en materia de víctimas

jueves, 10 de septiembre de 2020 · 15:56

Twitter: @CLopezKramsky

Lo que está sucediendo en el edificio de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), tomado desde el 4 de septiembre por diversos colectivos de víctimas, que reclaman la inmovilidad del ombudsman nacional, así como la indolencia, ineficacia y nula atención por parte de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración, de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB) y de la Fiscalía General de la República (FGR), no es nuevo, ni es algo que no se haya podido prever.

En este espacio, desde hace más de dos años, se ha retratado puntualmente el fracaso institucional en que se ha convertido el Sistema Nacional de Atención a Víctimas y, en especial, de su órgano operativo, la CEAV. Las víctimas han acusado en repetidas ocasiones, por todos los medios pacíficos posibles, que las autoridades federales y estatales simple y sencillamente no funcionan, pero nadie en el gobierno federal los ha escuchado.

Los llamados de las víctimas a cambiar el rumbo han sido constantes y coherentes: si las instituciones no funcionan, hagan algo para que funcionen; pero hasta el momento, lo único que han recibido en su mayoría son minutas y promesas de nuevas reuniones, sin solucionar absolutamente nada. Al contrario, tal parece que mientras más protestan las víctimas por la falta de atención, menos eficaces son las autoridades.

En el centro de este desastre está el subsecretario de la SEGOB, Alejandro Encinas Rodríguez, quien tiene a su cargo la política de atención a víctimas y de derechos humanos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Su Subsecretaría preside la Junta de Gobierno de la CEAV y controla a la CNB. Sin duda alguna el subsecretario ha oído las demandas de las víctimas, pero inexplicablemente no ha logrado corregir las fallas de las instituciones que están destinadas a proteger a las víctimas y a garantizar sus derechos. En casi dos años de gobierno, las denuncias no han parado de llegar al escritorio del subsecretario, pero ningún cambio ha surgido desde ahí. El resultado es evidente: la bola de nieve se volvió tan grande que aplastó el escritorio.

Varias de las víctimas que decidieron tomar el edificio de la CNDH son las que también mantienen tomado, desde febrero de este año, el lobby del edificio de la CEAV y, además, fueron pieza clave para que Mara Gómez Pérez, ex comisionada de la CEAV, renunciara hace un par de meses. El subsecretario Encinas no puede decirse sorprendido con las demandas de las víctimas que ahora están en el edificio de la calle de República de Cuba, pues incluso personal de su Subsecretaría y la entonces comisionada ofrecieron reuniones a estas personas, que se realizarían en las instalaciones de SEGOB, desatendiendo la demanda de éstas de que se llevaran a cabo en la sede de la CEAV.

Por su parte, la CNDH simple y sencillamente se paralizó desde la llegada de Rosario Piedra Ibarra a su Presidencia y se convirtió en un alfil más de la política del presidente López Obrador, enterrando la autonomía e independencia de ese ombudsman nacional. La alineación la CNDH con el gobierno federal obligó a los directores generales de la Primera y de la Sexta Visitaduría General a presentar su renuncia al cargo que les había sido otorgado por la propia Piedra Ibarra.

Las víctimas siguen multiplicándose

Hay que admitir que el Sistema Nacional de Atención a Víctimas y la CEAV nunca han funcionado de manera óptima, pero la crisis que atraviesan en este gobierno es mayúscula e inédita. Como ha sido la constante en el gobierno de López Obrador, una serie de decisiones equivocadas han destruido lo poco que funcionaba en la CEAV, sin percatarse que ello también succionaría al gobierno federal a un torbellino del que no se ve cómo salir. Por otro lado, al imponer a una incondicional en la CNDH, López Obrador creó el caldo de cultivo para que la bomba de las violaciones a derechos humanos le explotara en la cara.

En un país que se ha convertido en una fosa clandestina gigantesca y en el que la delincuencia y las violaciones a derechos humanos se dan por miles cada día, el gobierno de López Obrador decidió enfrentar la problemática peleándose con las víctimas y ésa es una batalla que ningún gobierno puede ganar. Está a tiempo el presidente para reflexionar y cambiar el rumbo, de lo contrario, es fácil prever que la toma de la CNDH va a ser solamente el principio de la crisis.

Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc. 

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