Opinión

Corrupción a la mexicana

miércoles, 26 de agosto de 2020 · 14:10

Twitter: @HigueraB

Sobre el tema que escribo hoy, dos frases se me vinieron a la cabeza de inmediato. La primera es de Steinbeck, “El poder no corrompe. El miedo corrompe, tal vez el miedo a perder el poder” es la primera. La segunda la pueden ubicar fácilmente, “El que esté libre de pecado que lance la primera pierda”.

La corrupción es un tema que nos afecta a todos- La falaz concepción de que las personas de a pie estamos a salvo porque no somos políticos, es como dejar a cargo de nuestros hijos de 5 años a una persona que sabemos que es un pederasta y agresor sexual. Tarde o temprano nos va a pasar la factura nuestra estupidez y será terrible.

Y es que los sucesos de la última semana nos prueban que la corrupción es una parte integral de las acciones que la clase política, tanto la pretérita como la presente, está dispuesta a realizar para medrara toda costa para así, conquistar y conservar el poder.

Los ciudadanos tenemos tan presente la corrupción y al mismo tiempo la “alejamos” tanto de nuestras vidas por medio de la racionalización (es algo de “ellos”, de los otros: políticos, empresarios, delincuentes y no tiene nada que ver conmigo) que no entendemos plenamente qué es la corrupción.

Si lo vemos desde los conceptos básicos la corrupción se define como “el abuso de un poder delegado para el beneficio privado”. De forma más específica la corrupción política, de lo que ha tratado los video escándalos se define como “Manipulación de políticas, instituciones y normas de procedimiento en la asignación de recursos y financiamiento por parte de los responsables de las decisiones políticas, quienes se abusan de su posición para conservar su poder, estatus y patrimonio”. De acuerdo con transparencia internacional y reproducido a la letra en la página de la Secretaría de la Función Pública (SFP) de nuestro país.

En otras palabras, la corrupción se trata de verse vivo y tratarse de saltarse las reglas para sacar raja económica o de cualquier tipo de la situación en la que uno se encuentra, ya sea funcionario, político o ciudadano común y corriente. Si, también los ciudadanos pueden ser corruptos.

Ahora, esa idea de que la corrupción es cultural o un asunto de pura moral y posición política que tanto nos están tratando de e vender hoy en día es una grandiosa patraña, muy de corruptos.

La corrupción tiene como fondo saltarte las trancas, ganar a la mala, hacer buey a la ley y alas autoridades y ser el vencedor de la carrera a como dé lugar. El fin justifica los medios y ya estamos actuando de forma corrupta y somos agentes corruptores. No cumplir reglas ni leyes. Nada más y nada menos.

Y eso es lo que sucede con los video escándalos.

Atestiguamos la corrupción del grupo de políticos que se encontraban en el poder en sexenios anteriores, gracias al cuestionable acuerdo entre un corrupto criminal confeso y un gobierno que desea transformar la venganza en impartición de justicia.

Y esto que digo se fundamenta en que, para el presidente y su equipo, no importa la ley, el debido proceso, los derechos humanos de los imputados. En pocas palabras no importa corromper la justicia, sino conseguir la finalidad política por la cual los elementos probatorios de corrupciones pasadas se están usando y que los inutiliza como un medio de encarcelar a varios de los implicados.

Eso sí, queda claro quiénes estaban en el poder y serán juzgados por el látigo del odio popular. Y nada más, si seguimos a este paso ya que las violaciones al debido proceso que generan estas filtraciones invalidarían casi cualquier proceso judicial, aunado a que muchos delitos se encuentran ya prescritos.

Es decir, denunciarlos es una faramalla política y nada más. Ese es el caso del denunciado y sin probar aún, del financiamiento ilícito de la campaña presidencial de Peña Nieto.

Esto se agrava mucho más con las “explicaciones” y “argumentaciones” que los involucrados en la segunda tanda de videos, que involucran al hermano del presidente.

Por un lado, nadie tiene siquiera el pudor de negarlo. Ni el presidente, el enviado del gobernador Velasco, ni el nuevo hermano incómodo. Por el contrario, pareciera que la defensa es aducir la consabida diferencia, el “ellos o nosotros” como nueva forma argumentativa legal que dispensa a quien la fórmula de ser sujeto de acción legal.

En otras palabras, contra el peso de la ley y los argumentos jurídicos que aporta la confesión de parte se escudan con la moralidad y “justicia” de la causa. No importa que hagamos lo mismo, ellos eran los malos de la peli y nosotros lo hicimos en poquito, parecen decir.

Hay que llamarlo por su nombre, esto es corrupción. Y trata de tapar la realización de diversos delitos.

Por todo esto, y mucho más que no cabe en este espacio, es que podemos tener la certeza de que la corrupción a la mexicana es un asunto de miedo y poder, en el que nadie puede lanzar la primera piedra sino el primer balde de mierda sobre los demás.

Y eso que el proceso electoral no ha iniciado formalmente, la que nos espera.

Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc. 

Otras Noticias