La democracia: condición de la libertad

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Los llamados se pierden en la multiplicidad de voces que advierten y alertan, y este corre el riesgo de ser uno más.

Comparte, no obstante, el mismo sentido de urgencia y preocupación que otras tantas expresiones similares: la democracia está en peligro grave, y con ella, está también en peligro la libertad.

México tardó muchos años en entender que sin democracia no era posible la libertad. Incluso las mentes más avezadas escatimaron esta premisa que poco a poco se socializó y hoy es la base de las libertades que gozamos como país y como sociedad.

Democracia que no quiere decir perfección, pero sí la posibilidad abierta de mejorar… o empeorar.

Democracia que no quiere decir solución mágica, pero sí la posibilidad de que las soluciones sean fruto pacífico del diálogo, del acuerdo y del consenso.

Democracia que no quiere decir inmediatez, pero que hace del tiempo un aliado que le permite corregir e incorporar ideas nuevas que abran paso al futuro.

Democracia que, en cambio, quiere decir libertad.

Día a día, acudimos con impotencia a la denuncia reiterada de que el gobierno atenta de manera cada vez más flagrante y descarada contra la democracia mexicana.

Y cada golpe propinado a la democracia nos aproxima a perder la libertad.

Son, cada uno, ataques precisos y bien planeados, certeros, que parecen no lastimar porque –y en ello radica su perversidad– hieren ahí donde parece que el daño ni nos afecta ni altera nuestro día a día.

Pero son golpes que tarde o temprano lograrán que el daño sea irreversible.

Es innegable que la corrupción, la desigualdad, la indiferencia, la pobreza o la falta de oportunidades han herido seriamente a la democracia en el pasado.

Y esa herida, que atenta también contra la libertad, ha sido castigada por la ciudadanía con su voto, exigiendo a los liderazgos que tomen nuevas rutas, que cambien su actuar, que corrijan los errores, que devuelvan a las mujeres y los hombres la posibilidad de tener una nueva esperanza en la política.

El 1 de junio de 2018, ese voto decidió por una alternativa que prometió acabar con esas prácticas que denigraron a la política y la hicieron en muchos casos inservible para la sociedad.

Sin embargo, esa alternativa, encabezada por Andrés Manuel López Obrador, ha golpeado a la democracia y la ha debilitado, poniendo en riesgo sobre todo y ante todo, la libertad.

Lo que el gobierno ha hecho en los últimos 18 meses es vulnerar a la democracia y con ello intentar condenar el presente y el futuro del país.

Y quizá esos ataques no sean perceptibles, no puedan constatarse en el día a día, pero llegará pronto el momento en que aquello que no te parece, aquello que te gustó en un principio y luego dejó de gustarte, aquello que te entusiasmó y en algún punto te decepcionó o te decepcionará, no podrás cambiarlo porque ya no tendrá las libertad para hacerlo: ya no será funcional esa democracia que te permitió elegir un camino distinto al que elegiste en algún momento.

Lo que permite la democracia es, precisamente, equivocarte y, en silencio y sin rendir cuentas a nadie, corregir tu error eligiendo a otra persona, a otro partido.

Lo que permite la democracia es equivocarse y tener la posibilidad de cambiar de dirección.

Lo que permite la democracia es ejercer tu derecho a estar inconforme y votar en contra de quienes consideras que hicieron las cosas mal.

Lo que permite la democracia es, en resumen, elegir en libertad la opción que consideres mejor para ti y los tuyos.

Esa libertad es la que hoy se encuentra en riesgo, porque el Gobierno está, poco a poco, desmantelando las posibilidades que tienes de ejercer tu derecho a decir NO.

Y decir No o decir Sí, y que esa decisión sea respetada, es precisamente lo que significa la libertad, es lo que permite la democracia, es lo que estamos en camino a perder las mexicanas y los mexicanos.

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