Opinión

Sin lugar para la objetividad

martes, 21 de julio de 2020 · 14:50

Twitter: @marisahurtadom


Vivimos en un mundo regido por la intransigencia social, política, religiosa, racial, de género o hacia todo aquello que no coincida con las opiniones propias. También, sobrellevamos la existencia de sujetos que no admiten más verdad que la suya, por lo cual renuncian a la comunicación con cualquier persona que difiera con ellos, y también están cegados por delirios de persecución o grandeza, con las cuales tratan de justificar su irracional comportamiento.

Es doloroso vivir en una sociedad que no sepa o no quiera distinguir entre un acto patriótico de uno propagandístico, en donde es más fácil asumir una postura contraria a la que se ha tomado constantemente, que aceptar que se cometió un error. O ser parte de un país en donde elegir un partido, EL QUE SEA, ya me genera una etiqueta de corrupta, mocha o aliada de la CNTE.

Un claro ejemplo de esto es la actitud tomada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y sus múltiples seguidores, sobre el uso de mascarillas durante la crisis sanitaria provocada por el virus COVID-19 (Coronavirus). Trump, quien se ha negado durante meses a promover el uso de cubrebocas para combatir la pandemia del Coronavirus, tuiteó este lunes una foto suya con un tapabocas, en lo que consideró un gesto "patriótico”, declarando que:

“Muchas personas dicen que es patriótico usar una mascarilla cuando no se puede hacer distanciamiento social… No hay nadie más patriótico que yo, su presidente favorito”.

Al igual que el mandatario estadounidense, sus partidarios, de manera totalmente subjetiva y poco informada, también empezaron a cambiar su discurso sobre el uso del tapabocas, de ser un signo de debilidad, a ser uno patriótico. A pesar de que esto puede ser bueno para Estados Unidos, esto refleja una sociedad donde el fanatismo los hacer casarse ciegamente y defender de manera ferviente y sin fundamentos, las teorías que les venden unos cuantos, perdiendo cualquier sentido crítico de lo que realmente está ocurriendo.

Por otro lado, en México ya no existe imparcialidad cuando se trata de partidos políticos. El ser priista inmediatamente te define como alguien corrompido, el ser panista es ser conservador y el ser perredista te hace un chairo. Sí, es cierto que las acciones de los partidos han guiado a este tipo de etiquetas, pero lo importante es recordar que muchos de nosotros elegimos a nuestros partidos por sus ideales, y que no todos los representantes de éstos han cometido errores o han fallado en exaltar las bases reales de los partidos.

Finalmente, la realidad es que tenemos que aprender a interactuar entendiendo que, en efecto, debemos tenemos la libertad para adherirnos a nuestras convicciones y creencias, pero debemos aceptar al mismo tiempo que otros se adhieran a las suyas. Objetividad no es indulgencia o indiferencia, es respeto y el saber apreciar la individualidad y variedad de las formas de pensar de los seres humanos.

Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc. 

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