Opinión

Divagaciones y pensamientos en medio de una crisis emocional

jueves, 16 de julio de 2020 · 17:00

Twitter: @AlfiePingtajo

Son meses los que llevamos sin poder ir al Teatro, Cine, Ópera, Danza, presentaciones de libros o al fútbol.

Meses sin ir a conversar a algún café con alguna amistad o compartir el pan y la sal con la pareja, la familia o los compañeros de trabajo.

Hoy, casi todo, se ha vuelto virtual.

Hoy, todos, nos vemos a través de una pantalla.

Hoy, todos, somos protagonistas de nuestra propia serie.

Actualmente, soy un mar inestable de emociones.

La normalidad es la anormalidad.

La inestabilidad emocional está de moda.

Hoy, disculpen, no soy optimista. Vislumbro desgracia, sufrimiento, carencia e infelicidad.

Hoy, más que nunca, más que otras veces, más que siempre; el arte y los hobbies son el único salvavidas que encuentro para sobrevivir a todo lo que se avecina.

Y, sin embargo, hoy lo que uno pueda opinar o decir está de más y de menos.

Vivimos tiempos donde la palabra es -para bien o para mal- más que un derecho universal y el discurso es un pantano del que difícilmente se sale.

Pareciera que estamos en guerra sin estar en guerra.

Los políticos se pelean los unos contra los otros; los gobernantes no saben trabajar en unidad. Anteponen las ideologías (tan en decadencia) por encima del progreso en cualquiera de sus ámbitos: económico, cultural, educativo, social y humanitario.

Las noticias hace mucho dejaron de ser alentadoras.

En México se muere por el narco, por pobre, pobre ser mujer, por ser LGBTTIQ, por el COVID19 y por otras tantas cosas más.

Y también, muchos parecen estar muertos en vida: existimos de milagro y sin entender muy bien qué chingados vinimos a hacer al mundo.

Hoy necesito virar, dar un golpe de timón a mi vida y renacer de entre los veinte y quince triunfos y derrotas que he coleccionado en lo que llevo de vivo.

Hoy, pienso, necesitamos leer cosas más positivas que nos regalen o regresen el privilegio de volver a ilusionarnos.

Hoy, necesitamos recuperar las ganas de soñar.

Hoy, requerimos que nadie nos venga a decir cómo y en qué debemos soñar.

Hoy, necesitamos estar seguros de que venceremos a todas esas cosas que nos hacen infelices y nos arrebatan la vida.

Hoy, urge, necesitamos, requerimos sabernos libres de cualquier atadura religiosa, ideológica, familiar, pasional o material.

Hoy, necesitamos saber que si pretendemos que otros respeten nuestra individualidad/personalidad tenemos que ofrecer lo mismo.

Hoy es tiempo tomar valor para conocernos y aceptarnos.

Hoy es tiempo de valorar a los que están, estuvieron y estarán con nosotros en lo que nos reste de camino.

Hoy es momento de analizar qué sí y no queremos conservar para cuando recuperemos la libertad que teníamos y no valorábamos.

Hoy es momento de construir en pro de otros, pero sin destruir a nadie.

Hoy necesitamos entender que la única forma de avanzar es siendo empáticos, pero respetando y defendiendo las individualidades.

Hoy necesitamos entender que nada ni nadie tiene por qué discriminarnos, ofendernos o humillarnos; pero también necesitamos aprender a valorar la crítica de otros. Se construye desde el aplauso, pero también desde el abucheo.

Hoy debemos aprender a salir juntos de entre las ruinas.

Hoy más que nunca la metáfora del fútbol aplica en la vida: se juega y pondera el trabajo equipo por un bien común, pero también se valoran, respetan y reconocen las individualidades.

Y hoy, esta columna conservará su toque cultural, pero apostará por ser un espacio más alegre, pues me urge volver a sonreír.

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