Opinión

Nueva normalidad y mercados de drogas

domingo, 12 de julio de 2020 · 17:27

Twitter: @jonasartre

El panorama derivado por el COVID-19, será sin duda un desafío a largo plazo. Una manera de atender esta emergencia, han sido acciones concretas y pragmáticas como: la disposición de medidas sanitarias estrictas y directrices de comportamiento, las cuales han transformado nuestras vidas como: el distanciamiento social, el trabajo desde casa, la aceleración del uso de dispositivos electrónicos y sin duda el complejo panorama ante una recesión económica derivada de la interrupción de algunos circuitos productivos.

En este orden de ideas, la nueva normalidad se refiere a: los cambios en el comportamiento humano después de la pandemia y del confinamiento. Es por lo que, los mercados de drogas y el consumo de estas también estarán inmersas en estas grandes transformaciones sociales.

Al respecto, el Informe Mundial de Drogas 2020 señala que, los efectos de la pandemia en los mercados de drogas y uso de drogas ilícitas son difíciles de predecir, pero se pueden establecer tendencias y generalidades. En primer lugar, se puede esperar un mayor impacto inmediato en el tráfico de drogas, en países donde se introducen grandes cantidades de contrabando en vuelos comerciales. Cuestión que pone en perspectiva, los posibles efectos de la desaceleración de la conectividad global y el papel estratégico del territorio mexicano para el contrabando, elaboración de drogas sintéticas y la diversificación de los grupos de traficantes de drogas y criminales los cuales incrementarán el lucro de los contextos ilegales o des regulados.

En segundo lugar, la recesión económica y los bloqueos asociados tienen el potencial de perturbar los mercados de drogas, cuestión que se ha evidenciado por ejemplo, con la circulación de análogos analgésicos como el isotonitazeno, identificado en Canadá y Estados Unidos, el cual es vendido en el mercado ilícito como sustituto de fentanilo. Por lo que, el uso no médico de los opioides sintéticos seguirá siendo una tendencia dentro del panorama de la crisis de salud pública. Al mismo tiempo, tanto los estimulantes tipo anfetamínico como la heroína callejera se añade al complejo panorama de restructura de los mercados de drogas, donde más de 11 millones de personas que se inyectan drogas, las cuales 1.4 millones viven con VIH, 5.5 millones con hepatitis C y 1.2 millones viven con hepatitis C y VIH, la mayoría seguirá consiguiendo sus suministros en el mercado des regulado e ilícito.

Consecuencias y oportunidades

Visto que, habrá grandes capas de población desocupada, ante el aumento del desempleo y por falta de oportunidades, será probable que algunas personas, por distintos contextos, participen en patrones dañinos de consumo de drogas, por ejemplo, con drogas de amplia disponibilidad como; el alcohol y los antidepresivos, siendo el primero una gran carga social y económica global, pues según datos de la Organización Mundial de la Salud, el alcohol representa un 5,1% de la carga de morbilidad y lesiones globales.

Por último mencionaría, que según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la escena estimulante es dominada por la cocaína y la metanfetamina, donde unos 19 millones de personas usaron cocaína en 2018. Considero que, urge repensar los modelos regulatorios y de flexibilización de las políticas de drogas, por ejemplo, el alcanzado por la organización México Unido contra la Delincuencia, los cuales promovieron un amparo para el uso privado de cocaína y examinado en la Suprema Corte de Justicia en semanas recientes.

Pues mientras continúa: el uso militar para el combate del tráfico ilícito, la detención de pequeños traficantes y usuarios en posesión de pequeñas cantidades, persisten los decomisos y hay una tendencia a la erradicación forzada. Las sustancias, siguen llegando a los consumidores, sin garantías de aprovisionamiento lícito, ni de calidad, ni de salud mínimas, potencializando la incertidumbre entre los usuarios de drogas, ante un panorama desalentador ante el déficit de opciones de sistemas de información, reducción de daños, prevención y tratamiento.

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