Opinión

A dos años de la 4T

martes, 30 de junio de 2020 · 17:10

Twitter: @YessUrbina

Son dos años desde el histórico triunfo de la Cuarta Transformación que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia y a Morena con mayoría en ambos Congresos con el firme compromiso de trabajar por un mismo proyecto que beneficiara al país, sobre todo, a las más pobres, a las que más se han olvidado por décadas.

Aunque todavía nos quedan cuatro años por delante, el mandato del presidente ha sido intenso y enfrenta un panorama muy complicado que no puede compararse con ningún otro gobierno en los tiempos más recientes por la pandemia del COVID-19, que demanda desde ya un cambio de planes en el proyecto en la que el gobierno tiene que asumir su papel con más entereza que nunca, con el fin de evitar estragos que pudieran resultar insostenibles en el corto plazo.

A diferencia del discurso polarizador que hemos escuchado todas las mañanas en las conferencias, es justo realizar un balance de la 4T con matices, no todo ha sido bueno, ni todo ha sido malo. Se ha logrado el reconocimiento de los derechos laborales de las trabajadoras del hogar, pese a que éstos aún no son garantizados del todo y han sido uno de los grupos más afectados con la pandemia, la deuda histórica por su reconocimiento ha sido saldada y queda un largo camino por delante en el verdadero ejercicio y garantía de sus derechos en el que la alianza con sociedad civil y trabajo interinstitucional será fundamental.

Por otro lado, la implementación de programas sociales dirigidos principalmente a jóvenes sin estudios y empleo y a estudiantes, personas de la tercera edad y habitantes de zonas agrarias, ha sido positivo, ya que han podido acceder a oportunidades que con otros gobiernos no habían tenido. Los resultados a largo plazo no podemos predecirlos todavía, pero los miles de testimonios de beneficiarios puedan dar cuenta del impacto positivo que ha significado el apoyo en su calidad de vida.

No obstante, el método para acceder a estos programas, que se lleva a cabo a través del Censo del Bienestar, ha estado plagado de inconsistencias poniendo en duda la pericia con la que la administración pública federal opera, y esto se ha repetido en innumerables ocasiones desde comunicados en redes sociales, respuestas a solicitudes de transparencia y lo que comunican tomadores de decisiones, incluyendo el presidente.

El actual gobierno se ha caracterizado por luchar incansable y firmemente (al menos en el discurso así lo repiten una y otra vez) contra los males que heredaron, principalmente la corrupción, violaciones a derechos humanos, la reivindicación de atención gubernamental para los más pobres y la libertad de expresión. Estos males traen implícita la perpetuación de la desigualdad que deriva en violencia, pobreza, corrupción, falta de oportunidades y respeto a los derechos fundamentales, que hasta la fecha no han logrado reducirse y con la pandemia están agudizándose sin que el gobierno tome acciones contundentes para evitar una crisis sin precedentes.

A dos años de que treinta millones de mexicanas salimos a votar por un proyecto que prometió ser diferente, es lo que esperamos y necesitamos con urgencia en una de las épocas más complicadas que enfrentaremos probablemente en nuestras vidas. Centrar un proyecto de esta magnitud en un solo hombre, es un error, tener a representantes populares en el Congreso, que anteponen la voluntad de un solo hombre ante el bienestar de millones, no es lo que se prometió. México pide a gritos una transformación democrática, plural y que realmente atienda los problemas en el panorama social que enfrentamos.

La 4T es mucho más que AMLO y él y su arrasadora mayoría están a tiempo de comprenderlo y aceptarlo antes de que sea demasiado tarde.

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