Opinión

Técnico Politizado, Reflexiones de la COVID-19

jueves, 25 de junio de 2020 · 18:49

Twitter: @ectorjaime

En la conferencia de prensa del 12 de junio, el presidente López Obrador hizo una invitación al pueblo de México a recoger las lecciones que ha dejado la pandemia ocasionada por el COVID-19, suponiendo, equivocadamente, que ya hemos superado esta terrible crisis sanitaria y económica. Por tal motivo y habiendo ya pasado la primera mitad del 2020, estamos en condiciones de poder hacer una valoración de las acciones del Gobierno Federal en materia de salud. El balance es negativo. 

Si bien esta administración ha procurado, en ocasiones con éxito, desviar la atención de la agenda pública, con el paso del tiempo han sido cada vez más visibles las fallas en la estrategia sanitaria, así como la falta de sensatez para corregir donde se ha errado. A pesar de lo evidente, el presidente y el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell se niegan a rectificar. 

Una característica de este gobierno es su falta de sensibilidad hacia las necesidades de la ciudadanía, llámese grupos de pacientes, padres de familia de niños con cáncer, organizaciones de la sociedad civil y por supuesto, el sector privado, este último, solía enfocarse en las grandes empresas, pero la falta de empatía de las autoridades también con los pequeños empresarios durante la pandemia ha sido evidente.  

Ante el fracaso de la estrategia sanitaria, se han propuesto encontrar responsables. Por un lado, el ciudadano mismo; aquel que sale de casa, aun cuando se le pide que no lo haga; aquel que padece una enfermedad crónica preexistente, y no tomó las medidas necesarias; aquel que ha privilegiado el consumismo y no la frugalidad; aquel que no cuida su salud, y no hace ejercicio. Incluso, aquel que miente y traiciona. Como si padecer COVID-19 fuera un castigo divino

Por el otro, a la industria agroalimentaria, la que casi en cada conferencia vespertina, Hugo López- Gatell, la señala de producir alimentos “ultra procesados” altos en grasas, azúcares, sodio y calorías, como si el resto de las opciones que tienen a su mano los mexicanos, fueran necesariamente más saludables. El propio presidente, en sus giras, exalta la deliciosa comida tradicional (concuerdo en que es deliciosa), pero que justamente muestra que también es rica en grasas, azúcares, sodio y calorías. 

Independientemente de la gravedad del problema de sobrepeso y obesidad en el país, y de la corresponsabilidad en su atención por parte del gobierno, del sector privado, en especial la agroindustria, y del propio individuo, se trata de un señalamiento oportunista y extemporáneo. 

Desde hace meses, gracias a la experiencia internacional, se sabe que las personas con enfermedades subyacentes son más vulnerables a la agresividad del coronavirus y es de todos conocidos cuál es perfil epidemiológico del país: más del 70% de la población padece sobrepeso y obesidad. 

Si el Gobierno sabía esto con anticipación, ¿no debería de haber instrumentado una estrategia preventiva y control adecuado de personas diabéticas o con hipertensión? Más grave aún, el Subsecretario López-Gatell, con la “claridad” que lo caracteriza, ha insinuado que una de sus estrategias para paliar la pandemia fue apostar por la “inmunidad del rebaño”. Si esta estrategia, que de por sí merece muchos cuestionamientos éticos, por su costo en vidas, y ahora ha quedado demostrado fue un error en un país como Suecia, imagínense en un país con el perfil epidemiológico de México.  

El subsecretario López-Gatell, constantemente menciona con orgullo, que se están tomando medidas costo-efectivas para paliar el coronavirus, como el etiquetado frontal de alimentos y bebidas alcohólicas preenvasados. ¿Es esta una medida costo-efectiva en la coyuntura de la pandemia? Considero que no, porque aun suponiendo que la nueva regulación de etiquetado vaya en la dirección correcta es sabido que los efectos de una regulación de esta naturaleza se verían en un plazo no menor a 5 años. En cambio, el subsecretario niega toda la evidencia del uso de cubrebocas, como una comprobada medida costo-efectiva de cortísimo plazo, que verdaderamente podría ayudar a controlar la pandemia. Parece que la autoridad sanitaria tiene las prioridades invertidas.  

La falta de perspectiva del Gobierno Federal por atender la pandemia y sus consecuencias económicas se manifiesta en cada acto de gobierno.

En medio de plena contingencia sanitaria e incumpliendo los procesos normativos establecidos en la Ley, se publicaron las modificaciones a la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010 en materia de etiquetado nutrimental, estableciendo sólo 6 meses para su entrada en vigor, lo cual coloca a la agroindustria alimentaria en un estrés totalmente innecesario. 

Esto no sólo es algo sin precedentes, sino que el resto del mundo va a en sentido contrario. Por ejemplo, en EE.UU., la FDA mediante un acuerdo administrativo, suspendió la verificación del etiquetado nutrimental para que la agroindustria se dedicará 100% a garantizar el abasto e implementar medidas sanitarias en las plantas de producción, mientras que en Uruguay (país que había aprobado un etiquetado similar al aprobado en México), lo ha pospuesto de manera indefinida, en aras de alcanzar una regulación armonizada en Mercosur. Esto es, dos países que, ante un escenario de crisis económica de largo plazo, optan por brindar certeza jurídica a los regulados y favorecer los acuerdos comerciales regionales, buscando la pronta recuperación económica.  

Cabe mencionar que como en ningún otro tema en lo que va de esta Legislatura, los representantes de todas las fracciones aprobamos las modificaciones a la Ley General de Salud en materia de etiquetado con la convicción de que es necesario mejorar la información disponible en los empaques de los alimentos y bebidas no alcohólicas. Precisamente, debido a este mismo respaldo incondicional, es imprescindible que la regulación secundaria se realice respetando el estado de derecho, al tiempo que se eviten afectaciones económicas y sociales innecesarias en estos momentos. Peor aún, si no se hacen las cosas bien, no podremos entregar a los mexicanos un etiquetado que realmente les proporcione más y mejor información, que sea útil para su toma de decisiones y, sobre todo, que tenga un impacto en la modificación de hábitos alimenticios. 

Necesitamos respuestas y acciones ante los múltiples los retos sanitarios que tenemos, señalar culpables no es una ruta que recomendaría tomar en la coyuntura actual. Necesitamos de la colaboración de todos para salir adelante. 

 

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