Opinión

La aplastante realidad de la economía mundial y el comercio informal

miércoles, 24 de junio de 2020 · 15:47

Twitter: @DianaSanchezBar

Es sabido que existe una terrible expectativa para el futuro de la economía de nuestro país, derivada de la pandemia que sigue azotando al mundo. Las malas noticias llegan diario. Nuevos estudios, nuevos datos, nuevos informes de instancias nacionales e internacionales prevén el crecimiento solo de los retos a los que nos habremos de enfrentar, como sociedad y gobierno. Crece cada vez más la angustia en las familias mexicanas.

Apenas el miércoles 24 de este mes, despertamos con la noticia de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima un decrecimiento de 10.5% en el Producto Interno Bruto del país. Es decir, que la parálisis de la economía durante estos meses se convertirá en un retroceso histórico.

¿Se imaginan la pérdida de empleos y el crecimiento de la informalidad en una economía que se contrae en estas proporciones?

El desempleo y la pobreza aumentarán, y el universo del mercado y del comercio informal aumentarán como una válvula de escape para garantizar la subsistencia de la gente. La supervivencia de los más pobres, de los olvidados e ignorados del gobierno que decía que, por el bien de todos, primero serían ellos.

La Jefa de Gobierno reportó que en la Ciudad de México se han perdido 220 mil empleos formales durante la pandemia. Este dato pudiera ser cierto, pero falta contrastarlo con otros elementos como el cierre de comercios que generaban empleos, muchas veces informales, y aquellas empresas que bajo esquemas de subcontratación pudieron haber perdido pocos empleos formales, pero haber arrojado al desempleo a cientos de personas.

Por eso es necesario poner en contexto el tema del decrecimiento. Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto el país creció, en promedio, a una tasa del 2.4%, mientras que con Felipe Calderón en un 1.8% en promedio anual. Ahora no solamente no creceremos, sino que nuestra economía perderá una décima parte.

Es cierto que no se puede culpar de todo al gobierno de la, autodenominada, Cuarta Transformación. La crisis es mundial. España e Italia decrecerán en un 12.8%, Francia en un 12.5%. Inmediatamente después de estos países, se encuentra México, con el poco honroso cuarto lugar a nivel mundial, en cuanto a las previsiones de crecimiento.

Entonces, ¿de qué sí es responsable el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los gobiernos locales de Morena y otros partidos? De no haber tomado las medidas necesarias para disminuir el impacto de esta crisis y para crear condiciones económicas que en el mediano plazo reviertan esta situación.

El presidente y sus gobiernos subordinados —que atienden la instrucción de su líder sin mucha reflexión, como es el caso de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum—, han decidido fortalecer sus programas asistenciales y clientelares, y continuar con sus obras faraónicas para dejar huella en la tierra mientras la gente se muere de hambre.

Niegan cualquier apoyo al comerciante informal como al profesionista independiente, negando la existencia de ese amplio universo que representa el 60% de la economía de este país.

Niegan el apoyo a miles de familias, soportadas por las trabajadoras sexuales, pero inyectan recursos a la devastación del ecosistema en la península de Yucatán.

Niegan el otorgamiento de protocolos y reglas claras para reactivar la vida en el espacio público de nuestras ciudades, pero levantan la mano para integrar los organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU o la Organización Mundial de salud.

Los gobiernos de Morena caen en la perfecta descripción de ser: candil en la calle, oscuridad en la casa.

¿Qué podemos esperar más adelante? Siguiendo con el ejemplo, el mismo reporte del FMI que citábamos al inicio, estima que para 2021 España, Italia y Francia podría crecer por encima del 6%, mientras que México lo haría, en el mejor de los casos, a una tasa de 3%. En otras palabras, de lo que pierdan en Europa, se recuperará la mitad para el 2021. En el caso de México, de lo que perdamos, recuperaremos apenas una tercera parte. Todo mal.

 

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